jueves, 20 de junio de 2013

Saturday Night's Alright (For Fighting), Elton John, 1973


Pocas veces es posible ver a Elton John justo en el rol contrario al que lleva décadas representando, el de refinada y nobiliaria rock star envuelta en caros trajes masculinos pero de femeninos acabados y rodeado de jet set por todas partes. Aunque parezca extraño, este tipo también sabe hacer rock and roll, y de la máxima potencia. 

Ciertamente, es un papel en el que se ha prodigado relativamente poco, en favor del de pianista al servicio de memorables baladas. Y, sin embargo, como veréis en un momento, es perfectamente capaz de maltratar a su queridísimo instrumento aporreando las teclas hasta sacarles humo. 

Saturday Night's Alright (For Fighting) es un tema dedicado a las monumentales broncas que se armaban en el pub que frecuentaba en su juventud. Y claro, musicalmente la cosa tenía que ir acorde. Así que hace cuarenta años, en el verano del 73, enchufó las guitarras y subió el volumen tanto como los amplis de la época lo permitían. 

Además, con este tema Elton podía sacar el auténtico showman que llevaba dentro a principios de los setenta, que no tenía nada que envidiar al Freddie Mercury de poco después: casualidad o no, Queen versionaría Saturday Night con frecuencia en sus conciertos. De hecho, en el clip de abajo, más allá del aspecto ultramacarra y megahortera de un galopantemente alopécico John, puede comprobarse como durante la parte final de la pieza es el amo absoluto del escenario levantando al personal. 

¿Mola, no? Venga, va, y otro día ya os pondré Sacrifice, Candle In The Wind y todas esas cosas. Pero hoy, it's seven o'clock and I want to rock!  




Hasta la próxima. 

martes, 18 de junio de 2013

Parklife, Blur, 1994


Hace pocas semanas visitaron Barcelona unos de los escasos tipos a los que hubiera ido a ver en concierto multitudinario, efectivamente, mis queridísimos Blur. Sin embargo, esto de integrar bolos en programas de festivales tiene una pega: que contratas más de lo que quieres escuchar... y lo pagas. Y como uno es mitómano pero no da de comer a cualquier organizador de eventos fashionbarceloneses así como así, pues nada, a esperar a otra ocasión. Lo jodido es que también dejé de ver a Muse en un efecto de carambola provocado por la proximidad entre ambos conciertos, así que al final este último mes me he quedado sin ver ni a los tirios, ni a los troyanos. Lince que es uno.

Como sea, los discos los sigo teniendo, así que los he pinchado (esa nomenclatura jurásica) un poco más que de costumbre estas recientes semanas. Supongo que es una manera poco refinada de compensar la no asistencia a la cita con Damon Albarn y sus secuaces. 

Parklife -interpretada en parte por el actor inglés Phil Daniels- es una de las canciones más emblemáticas y divertidas de su era como reyes del britpop, en pugna con los menos refinados pero más contundentes Oasis. Fue lanzado como sencillo en agosto de 1994 como refuerzo de su álbum homónimo, y su éxito fue inmediato. De hecho, fue considerada mejor canción del año por los Brit Awards de 1995, lo cual supuso una victoria momentánea sobre la banda de los hermanos Gallagher en su singular lucha por el trono musical británico de entonces. 

Un premio que compartió con su cómico clip, en el que parodiaba la vida corriente de un vendedor en un estilo que recordaba al de Benny Hill, humorista al que homenajearían sin disimulo un año después en el vídeo de Country House

Así que hoy, para dormir, un poco de humor británico. No os podéis quejar.



Letra de la Píldora. 

Hasta la próxima. 

martes, 11 de junio de 2013

Fantastic Shine, Love Of Lesbian, 2013


¿Cuál es la mejor prueba de la llegada del verano? ¿El calor? No, pues aún no se le ha visto por ninguna parte ¿Las vacaciones? Demasiado pronto, y eso para quién las tenga. ¿Entonces, qué? Como las golondrinas en primavera o las guiris de agradecido vestir por las Ramblas de Barcelona en junio, el verano se hace anunciar por... sí: las canciones de las casas cerveceras.

Sucesoras de los hits de Georgie Dann, Fórmula V o Los Diablos, el nuevo siglo renovó el concepto de canción del verano asociándolo a su más insigne bebida. Y, de la misma forma que aquéllos competían canícula tras canícula por marcarse el tanto, la carrera comercial por vender botellas, botellines y barriles se ha traducido en un pulso musical entre temas que nos llevan desde Ibiza hasta Formentera, y desde la Serra de Tramuntana hasta Un Lugar Llamado Mundo. Siempre de forma feliz, al aire libre y a punto de destapar un quinto o una mediana según se tercie. Aviso a navegantes: litronas no, que son muy bastorras en medio de tanto fashionerío.

En el caso de la primera cervecera catalana, los elegidos han sido unos paisanos barceloneses de indie devenir y ascenso ya incuestionable, Love of Lesbian. El tema es Fantastic Shine, cuyo estribillo se engancha como el Loctite a la yema de los dedos, eso sí, cumpliendo con el requisito indispensable de dar buen rollo a discreción mientras te animan a tomarte otra birra, que también se trata de eso al fin y al cabo. 

Fantastic Shine no es un tema 100% original, aunque sí que es todo obra de la formación. Y es que el reciclaje a veces puede ser una buena idea: si tu canción tiene un título tan poco veraniego como Toros en la Wii y además consideras que no es muy pegadiza salvo la parte final. En ese caso, pues nada, se coge esta última y se monta otra canción a partir de ella. 

¿Criticable? En opinión de quién escribe, en absoluto. Aprovechar una composición propia y reescribirla, reeditarla o cuanto menos rescatarla es algo hecho miles de veces. Ni los Beatles se libraron de ello cuando vocearon She Loves You en plena apoteosis final de la inolvidable All You Need Is Love, otro himno al buen rollo universal. Así que menos rasgarse las vestiduras los ayatolás musicales, como he leído ya por ahí. 

Aunque claro, un servidor es devoto cofrade de la Hermandad del Santísimo Lúpulo. Así que no me hagáis demasiado caso. No soy demasiado objetivo que digamos. 

PS: lo siento, pero el anuncio os lo tendréis que comer en el vídeo, ya que no existe otro. Nunca he dicho que tuviera que ser todo perfecto.




Hasta la próxima. 

lunes, 3 de junio de 2013

El gato que está triste y azul, Roberto Carlos, 1972


¿Sabéis esas veces que alguien menciona una canción conocida y, de repente, se te mete en la cabeza para no irse en lo que queda de día? Pues eso mismo me ha pasado hoy en el trabajo -ese bien cada vez más preciado- a raíz de cierta persona cuyo nombre de pila era Roberto Carlos. Y claro, hasta la llegada del futbolista del Real Madrid, ese nombre era absoluta prerrogativa del protagonista de la Píldora de hoy. Con lo cual, el anónimo Roberto Carlos Nosequé acabó rápidamente asociado al cantante. Y de ahí al tema que tenéis delante mediaron unos tres microsegundos. 

En realidad, hace bastante tiempo que quería traer esta canción al blog, una de aquellas que marcaron la infancia de los tipos de mi edad, y una de las favoritas de la mayoría de nuestros padres. Pero la misma eficiencia que tiene Youtube con los temas anglosajones es algo menos eficiente en los hispanos, lo cual es sólo culpa de nuestro carácter más perezoso a la hora de rescatar y subir canciones. Como sea, aquí está aquel fantástico gato que, por algún motivo, estaba triste y azul. 

Roberto Carlos fue uno de los poquísimos cantantes brasileños que hizo (mucha) fortuna con un estilo totalmente alejado de la samba, la bossa nova y demás aires propios de su tierra. Comenzó su carrera influenciado por los Beatles y el pop en inglés, aunque hacia los años setenta derivaría en su bien conocida faceta de cantante melódico. 

Probablemente El gato que está triste y azul es su tema más emblemático, y eso que tuvo muchos. Originalmente compuesto en italiano como Un gatto nel blu, el propio Roberto Carlos lo cantó en ese idioma para el festival de Sanremo de 1972. Aunque no llegó a la fase final, el tema se tradujo inmediatamente al castellano y se convirtió en un éxito absoluto a este lado de la frontera. 

A todas estas ¿por qué el gato era azul? En italiano, "blu" -"azul"- puede traducirse más o menos poéticamente como "cielo", así que la canción se titulaba algo así como "el gato en el cielo", también curioso, por cierto. Bueno, pues al parecer, la traducción española de la letra la hicieron dos tipos de nombre tan castizo como Buddy y Mary McCluskey.  Como la rima se resistía, los McCluskeys tiraron por el derecho y decretaron que el gato estaría "azul", y ya puestos, "triste", estado de ánimo que también suele asociarse a ese color. Así que finalmente quedó aquel título tan evocador como extraño. 

Con todo, sigue pareciéndome una canción maravillosa. Que, a estas horas, sigo teniendo una y otra vez rondando mi cabeza: creo que me la llevaré a dormir. 




Hasta la próxima.