La verdad es que no sabía si decidirme o no a la Píldora de hoy. Hasta el día presente (que el mañana no lo ha visto nadie), mis gustos musicales, salvo muy contadas excepciones, se encuentran en las antípodas de la copla y del flamenco en general, lo cual me convierte en un poco convincente hijo de andaluces en este aspecto. Naturalmente, esto supone que Manolo Escobar nunca ha tenido un lugar preeminente en mi discografía. De hecho, ni preeminente, ni ninguno.
Pero qué coño, el hombre en lo suyo era bueno de verdad, y para millones de personas de este país ha formado parte de su banda sonora vital. Sólo por eso ya merece una Píldora de homenaje póstumo, y aquí está.
Tal vez una de sus canciones que siempre me cayeron más simpáticas fueron estas sevillanas de La Minifalda. Simpática no tanto por el trasfondo de su letra -indudablemente representativa del machismo de la España cañí- como por la incuestionable gracia y guasa con la que explicaban lo mal que aquel novio ibérico lo pasaba comprobando como media plaza de toros miraba con ojos salidos a lo Alfredo Landa a su pareja enfundada en una modernísima minifalda.
En fin, descanse en paz este genio y figura, que lo fue, de la música de este país.
Hasta la próxima.
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