Cada día, paso dos veces por delante del campo de golf Terramar, el que hay en Sitges en dirección a Vilanova i la Geltrú. Quién lo hubiera dicho. Junto a este campo existe una estrecha playa de piedras -cantos rodados- que frecuentábamos a finales de los setenta e inicios de los ochenta toda la familia, a veces junto con los vecinos, muchos fines de semana veraniegos.
Fueron bastantes los años que fuimos allí. La actividad principal de los mayores era recoger tellinas o todo aquel bicho con caparazón existente entre las rocas bajo la poco profunda agua, presas que luego eran puntualmente cenadas en casa bien preparadas por mi madre al vapor y con ajo y perejil. En estas actividades cazador-recolectoras recuerdo especialmente bien pertrechado a mi padre, que tenía todo tipo de cedazos, cajas con fondo de vidrio y herramientas varias que lo convertían en el terror de los moluscos y crustáceos de toda la zona. Yo, más modesto, para ver el fondo hacía servir unas grandes gafas submarinas de único cristal que teníamos en casa.
Otro rasgo característico de aquella playa era la necesidad de llevar aquellas sandalias de goma color carne -luego ampliaron la gama de tonalidades hasta los atrevidos azul y rosa- que dejaban la hebilla bien incrustada en el hueso del tobillo. No llevar tamañas obras cumbre de la ingeniería zapatera podía suponer acabar en casa con decenas de espinas de erizo de mar por toda la planta del pie. Nada recomendable, por cierto.
¿Qué tiene que ver esto con la perla disco que tenemos hoy? Por algún motivo, siempre la asocié a aquellas excursiones playeras a Sitges. El tema, lanzado en 1976, se hizo increíblemente popular, y fue muy radiado durante bastantes años. Con toda seguridad, debió coincidir en más de una ocasión sonando en el coche camino de la playa. Así que siempre se ha tratado una canción que me ha inspirado muy buen rollo, imbricado al de aquellos días playeros. Y cosas de la psique extraña: también la tengo bastante asociada a cierta excursión de muy niño a Sant Miquel del Fai, destino setentero como pocos. Nuevo buen rollo.
Sin más, aquí os dejo con esta canción, uno de los mayores hits disco de su década, interpretado por la británica Tina Charles. Si os fijáis en el vídeo, veréis que, de todas formas, aún no tenían el tema "discoteca moderna" demasiado rodado. Aparte del vestido de ella, de clara inspiración alpino-tirolesa, parece ser que la gente que iba a estos recintos aún no había descubierto que aquella música servía para ser bailada. La verdad sea dicha, aquí Travolta ayudaría mucho un año y pico más tarde...
Tina Charles – I Love To Love (por Spotify)