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miércoles, 5 de agosto de 2015

Brain Damage/Eclipse, Pink Floyd, 1973


Qué dificil es cansarse de algunas canciones. Y, en el caso de Pink Floyd, de algunos discos de arriba a abajo. Es el caso del inconmesurable Dark Side of the Moon, que ya ha aparecido por aquí en alguna otra ocasión.

Uno de los momentos estelares del mismo es su final, formado por dos canciones unidas entre sí, Brain Damage y Eclipse, consideradas por muchos de lo mejor de la banda británica, que ya es decir. Aunque a veces, el ser tan conocidas no es señal de saber su nombre correcto. Como a menudo pasa, cuando dos temas van empalmados en un álbum, es frecuente confundirlos como si fueran uno. Pero es que, en el caso de hoy, además es muy común rebautizarlos como nada menos que... "Dark Side of the Moon". La causa es muy simple: es en esta parte del disco donde se cita en la letra el nombre del mismo.

En descargo de los confundidos, no van tan mal como pudiera parecer. Cuando Roger Waters compuso los primeros esbozos de Brain Damage, su título previsto era precisamente el que acabaría siendo utilizado para el álbum. Y dejó el mucho más inquietante "daño cerebral" para describir una más de las canciones que dedicó a su amigo y ex compañero de grupo, Syd Barrett, aquejado de desequilibrio mental agravado por un enorme abuso del LSD. 

No fue la única vez que Barrett recibiría canciones dedicadas, como ya vimos en la Píldora relativa a Shine On Your Crazy Diamond, otra joya de la banda. Sin embargo, no todo fue tan bucólico. Muchos sostienen que Waters, de carácter fuerte, aprovechó el desequilibrio de Barrett -líder de la banda durante sus primeros años- para acabar dándole la puntilla en 1968 y hacerse con el control de todo con el visto bueno de los demás. Y sí, dedicó bellísimos temas a aquél... pero no lo vio durante los seis años que transcurrieron desde 1969 hasta que un irreconocible Barrett -engordado, rapado al cero y sin cejas- visitó en 1975 al grupo mientras grababa... precisamente Shine On Your Crazy Diamond. Una escena que debió de ser sobrecogedora. Y que no se repetiría nunca más en los largos años que quedaban hasta la desaparición de Barrett en 2006. Probablemente haya un poco de todo: un grupo que estaba despegando veía como su brillante líder se hundía. Y para sobrevivir... bueno, acabaron prescindiendo de él. Aunque no sin alguna sincera aflicción. Dicen que Waters lloraba en la famosa visita de su ex colega en 1975. 

Como fuera, lo único cierto es que aquella relación extraña con una enfermedad mental de fondo acabaría dando lugar a algunos momentos irrepetibles de la historia del rock. Y que os dejo disfrutar tanto como yo mientras preparaba estas líneas.


Os dejo dos clips. El primero incluye la filmación del proceso de grabación del tema. Allí se puede ver como Waters cortaba el bacalao, el virtuosismo de Gilmour a la guitarra... y a un mostachudo Mason que parece recién haberse acabado algún cigarrillo de la risa. O dos. 

El segundo clip simplemente incorpora los dos temas seguidos con la letra en plan karaoke. No tiene más tema que el escucharlos de manera seguida tal y como aparecían en el álbum.  



Letra de la Píldora.