Guste más o guste menos, es imposible no reconocer la maestría de Jimi Hendrix a la guitarra eléctrica. Lo que este hombre no le sacó a un hacha, simplemente se debió a que no era posible hacerlo. Eso sí, yo admito que, en un primer momento de mi juventud no acababa de entender el porqué decían esto mismo los que se habían curtido bien de Hendrix. Su música estaba bien, sonaba más o menos potente, pero tampoco era para tirarse de los pelos con lo que se escuchaba por los pequeños altavoces de mi equipo.
A los que crecimos ya en una época de guitarras poderosas y distorsiones probadas de toda clase, un tipo que machacara así un mastil no nos sorprendía tanto a bote pronto. No era herejía: era desconocimiento, así como tener a mano a decenas de discípulos suyos en centenares de discos.
Hasta que, no pasado mucho tiempo de empezar a escuchar a Jimi, me topé con este tema que tenéis delante. Y quedé helado: lo primero que pensé fue que cómo cojones lo hacía para que una guitarra sonara como dos o tres a la vez. Ni más, ni menos. Amén de la cara de alucinado que se me puso cuando tras la intro wah wah inicial apareció aquel muro brutal por el ampli de mi cuarto. "Vaya, así que éste es el Hendrix que dicen". Probablemente, el peor cantante negro de la historia, pero compensado con una mano que hasta hoy no se ha conseguido igualar.
El tema -oficialmente titulado Voodoo Chile, pero cambiado al que tenéis en el título para no confundirlo con otro de igual nombre en su mismo álbum- fue lanzado por primera vez en 1968 incluido en Electric Ladyland. Sin embargo, tuvo que esperar a 1970 para ver la luz como single... al poco tiempo de fallecer el primer miembro del Club de los 27. Por supuesto, el impacto del deceso de Hendrix fue enorme, y el tema alcanzó el número uno en Gran Bretaña sustituyendo a la popular versión del Woodstock de Joni Mitchell que grabaron los Matthews Southern Comfort.
Ah, un último detalle: estáis ante uno de los solos mejor considerados de la historia del rock. Aunque imagino que no hacía falta decíroslo. Simplemente escuchándolo uno lo sabe de sobra.
Hasta la próxima.