¡Sweet Child O'Mine! Si los temas de los Guns N'Roses entre finales de los ochenta y principios de los noventa se contaban por hits totales, el que tenéis delante sigue siendo -posiblemente junto a November Rain- el más emblemático de todos ellos. Sus irrepetibles acordes iniciales acabaron siendo la marca de la casa para Axl Rose, Slash y compañía.
Hacia 1988, los Guns N'Roses estaban en plena carrera ascendente. Su primer álbum, Appetite For Destruction se había apalancado en el número uno. A pesar del que el sencillo inicial, It's So Easy, había sido un cierto fiasco, el segundo, Welcome To The Jungle, se había colado sorprendentemente hasta el Top 10 norteamericano, otorgando de la noche a la mañana una enorme fama a la banda californiana.
No es de extrañar, pues, que el tercer sencillo, esta vez una balada mucho más apta para todos los públicos, acabara remachando la escalada de la formación. Con todo, no estuvo exenta de cierta polémica musical. Y es que, para facilitar su programación en las emisoras de radio convencionales, la discográfica decidió acortar la canción, que se acercaba originalmente a los seis minutos, hasta poco más de cuatro.
El problema -¡estas cosas siempre son un problema!- es que optaron por hacerlo recortando el impecable solo de guitarra de Slash, para monumental y comprensible cabreo de éste y de sus compañeros. Razón artística no les faltaba: con los años, el punteo de Sweet Child O'Mine sería considerado uno de los 40 mejores de la historia del rock. Aunque tampoco se quejaron mucho tiempo, supongo, en cuanto comprobaron que el single conquistó nada menos que el número uno del Billboard. Nunca más volverían a ocupar esta posición en la categoría de sencillos en su país.
Pero menos rollo y más rock and roll. Aqui os dejo matando el fin de semana con este inmenso temazo.
Hasta la próxima.
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