Bien, ya estamos otro año aquí (¿alguien recuerda cuando cada post era diario?), como siempre, apurando el calendario hasta rozar el larguero. Siempre digo que, tarde o temprano, volveré a escribir más Píldoras con mayor frecuencia. Pero, de momento, esto de hacerlas el último día del año se está convirtiendo en una tradición. Y no será por vagancia: es que entre tanto aquí y allá, mirar y fotografiar planetas y estrellas, y demás actividad cotidiana, el pobre blog ha quedado en estado vegetativo. O, al menos, en recurrente resurrección cada 31 de diciembre.
Prometo darle más cancha. Como ya llevo prometiéndolo nosecuántos años. Quién la sigue, la consigue.
Pero vayamos al turrón, quiero decir, a la canción. No creo que necesite demasiada introducción, ni ella, ni el grupo que la firmó, aquellos cuatro tipos que aún hoy siguen ocupando la cima en la música popular de los últimos sesenta años... tras llevar más de 54 disueltos. Ríanse ustedes de las victorias del Cid después de muerto.
No hace falta ser un entendido del rock ni de los Beatles para asociar Lucy in the Sky with Diamonds con las drogas. Concretamente, con el LSD. Y eso que el propio Lennon -autor de facto- se esforzó en asegurar en que no tenía nada que ver, que todo venía por un dibujo de su hijo Julian. Incluso McCartney se vio en la necesidad de reafirmarlo, a pesar de que no tuvo más remedio que admitir que se trataba de una canción sobre alucinaciones.
Que la letra estuviera en parte inspirada por Alicia en el País de las Maravillas tampoco ayudaba demasiado a quitarle el sambenito alucinógeno, especialmente desde el momento en que por aquellas mismas fechas contraculturales de finales de los sesenta, un siglo después de ser escrito por Lewis Carroll, el libro empezó a ser asociado de forma poco velada al consumo de estupefacientes. Un ejemplo aún más claro de esto se dio aquel mismo junio de 1967 en que se publicaba el álbum Sgt Pepper's Lonely Hearts Club Band. Fue por entonces cuando los Jefferson Airplane se marcaban un número uno con su White Rabbit, dando correlación total a la novela y el consumo de LSD. La paradoja del caso es que, al igual que Lennon con esta canción, Carroll nunca admitió ni remotamente el efecto de las drogas en su novela, si no una mera motivación también infantil. En el caso del escritor inglés, únicamente querer entretener a niñas y niños con un derroche de imaginación.
Pero claro, si al final eres una estrella del rock que toma drogas y, entre viaje y viaje de LSD, creas una canción con una letra que es una alucinación, con un sonido que es una alucinación (eso sí, alucinante), y se encuentra en el álbum por antonomasia de la era de las alucinaciones -los psicodélicos finales de los sesenta- ya puedes esforzarte, que nadie va a creerse que todo se debía simplemente a un dibujo de un zagal de cuatro años. Aunque fuera cierto.
Así que me permito acabar con una moraleja: cuidado con los cuentos y los dibujos infantiles, que a veces parece que los cargue el camello.
¡Feliz 2025, y cielos claros!
The Beatles - Lucy in the Sky with Diamons (por Spotify)
PS: A ver, que tampoco ayuda a quitarle la fama alucinógena que forme parte de la flipada de película animada que era Yellow Submarine. Menos mal que siempre hay un niño al que echarle la culpa de todo.
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