Cuando Serrat musicó a Miguel Hernández, poeta comunista muerto bajo los primeros compases del franquismo, se estaban caminando los primerísimos compases de la Transición democrática, esa que hoy se contempla como un tótem por todos pero que entonces sólo algunos concebían honestamente. El régimen agonizaba a la par que el Caudillo: la mera coexistencia de discos como éste o el que el mismo Serrat dedicaba tres años antes a Antonio Machado junto a las últimas cargas policiales -y las postreras sentencias de muerte- era la señal de que la bestia daba sus últimos golpes de cola en mitad de una sociedad harta del plomo gris de los años pasados. Era un camino hacia la libertad y hacia la construcción de un mundo mejor.
Y viendo las noticias de estos últimos días, semanas y meses, ¿no os da un tanto la sensación de que estamos recorriendo el mismo camino exactamente a la inversa?
Así que no me digáis por qué, pero lo único que me apetecía poner hoy era este fantástico Para la libertad tal y como Serrat lo entendió en 1972. Aquellas eran letras, aquellos eran tiempos, pardiez.
Hasta la próxima.
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