Ayer comentábamos la pésima calidad de los charts de los últimos años, en un intento desesperado por rescatar algo decente de toda una mañana de escucha. Sin embargo, esto no ha sido siempre así, por suerte para los que empezamos a tener algún año que otro.
No es que 1988 fuera la panacea musical comparado con otros años, pero desde luego fue estratosféricamente superior a cuanto maltrató a mi pobre cadena musical durante varias horas. Por ejemplo, hacia junio de aquel año era fácil escuchar en cualquier momento del día canciones como Perfect, de Fairground Attraction, The King Of Rock 'n' Roll de Prefab Sprout, Everyday Is Like Sunday de Morrissey o Love Will Save The Day de Whitney Houston. Cierto es que también habían cosas menos glamourosas como aquella versión del Twist de los Fat Boys (muy divertida, por otra parte) o el Boys, boys, boys de Sabrina (también harto divertido por sus propias razones). Bien pensado, no fue un mal año del todo.
Uno de los sencillos que a principios de aquel verano sonaron más fue este Somewhere In My Heart de los Aztec Camera. En 1983 habían obtenido un éxito importante con Oblivious, aunque desde entonces sus ventas fueron algo discretas. En 1987 lanzaron Love, un álbum con evidente orientación comercial, destinado sobre todo al mercado norteamericano. Finalmente, no llegaron a conquistarlo, pero el esfuerzo no fue en vano: el single alcanzo el tercer puesto en el Reino Unido (el mejor de su carrera) y el LP incluso fue nominado a mejor disco en los Brits Awards de 1989, que perdió precisamente ante Fairground Attraction.
Una característica de los Aztec Camera es la cantidad de gente que pasó por ellos y que colaboró en sus discos: Ryuichi Sakamoto, Paul Carrack o Mick Jones fueron algunos de los nombres ilustres que se vincularon alguna vez a la formación escocesa. O el bajista que podéis ver en el clip, bien conocido para los amantes del jazz, nada menos que Marcus Miller.
En fin, una muestra más de que buena música y estilo comercial no tienen porque ir necesariamente reñidos. Solamente hay que querer echarle un poco de talento a la cosa.
Letra de la Píldora.
Hasta la próxima.
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