De todos los Beatles juntos o por separado, el bueno de Ringo, el pegamento del grupo, aún no se había dejado caer por aquí. Ciertamente, desde un punto de vista estrictamente musical, fue el menos memorable de los cuatro, aunque sin él con toda seguridad Lennon, McCartney y Harrison no hubieran aguantado tanto juntos. Y, por lo tanto, nos hubiéramos perdido algunas de las piezas más increíbles de los últimos años del grupo.
Como muestra de lo anterior, sólo diré que cierto día de 1968, durante la cada vez más tensa grabación del Doble Blanco, harto de las frecuentes broncas entre sus compañeros, Ringo decidió abandonar la banda: pues bien, todos los demás hicieron cuanto estuvo en sus manos para traerlo de vuelta. ¡Incluso le dedicaron una fiesta de bienvenida en el estudio!
Sus primeros años en solitario no le fueron demasiado mal. Compaginó su carrera de actor -no era excesivamente malo- con una serie de discos que obtuvieron buenas ventas. En 1972, lanzó el single Back Off Boogaloo, influenciado por su amigo Marc Bolan (siempre supo rodearse de lo mejor de cada momento).
Con él, se quedó a las puertas del número uno, sólo cerradas -atención- por la versión del himno cristiano Amazing Grace interpretada por la banda militar de los Royal Scots Dragoon Guards. Y eso, en plena fiebre glam rock. Para que luego no digan que los ingleses también son raros.
Hasta la próxima.
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