lunes, 26 de septiembre de 2011

Beautiful Stranger, Madonna, 1999


El tema de hoy viene a colación de una conversación de ayer con mi compadre Santi, repasando en  clave bufa algunos de los greatest hits del cine español. La cosa se inició con un inevitable Torrente ("quita, biiiichooooo..."), y rápidamente derivó al cuadrilatero Esteso-Pajares-Ozores-Navarro, amén de la fulgurante carrera del ínclito Chiquito de la Calzada transformado en el inefable Condemor, el Pecador de la Pradera. O en Brácula, oséase, Condemor 2 (¿os he explicado ya lo que el individuo y yo en cuestión hicimos en su día para ver una copia en VHS?)

Hay que decir, en descargo de tamaña relación, que el cine patrio de sal gruesa (con el que, no engaño a nadie, me he reído mucho... a ratos) no era el único con esas características entre bastorras y simplonas. Por ejemplo, los italianos sacaron a aquel infumeibol Pierino (conocido en España como Jaimito) que el actor Alvaro Vitali había perpetrado a principios de los ochenta y que invadió los estantes de los primeros videoclubs españoles.

Tampoco los norteamericanos se han quedado atrás. Partiendo de aquellos Porky's también ochenteros, la retahíla de largometrajes basados en el pedo-pis-teta-culo hechas al otro lado del charco ha sido notable, con una apoteosis reciente en los American Pie diversos.

Una de estas joyas del séptimo arte fue la serie de pelis basada en el psicodélico agente "británico" Austin Powers, interpretado por un Mike Myers al que parecía ajustarse como un guante. Como fuera que Powers representaba a un agente secreto de los años sesenta trasladado a los noventa, toda la iconografía del film se inspiraba en los modelos más kitschs jamás aparecidos en los James Bonds de la época. 

Eso sí, en la música se lo trabajaron un poco más. Cierto es que en Austin Powers no habían ninguna Shirley Bassey ni ningún John Barry. La verdad, tampoco se esperaban. Pero a cambio, se ofrecía a una Madonna en colaboración con el productor William Orbit, erigidos en puntuales abanderados de un pop yeyé con aires electrónicos. En cuanto al resultado... bien, posiblemente no estemos ante la mejor Madonna, pero se trataba de un tema bastante divertido para pasar el rato, y que quedaba bien en la atmósfera gamberra de la peli. Eso sí, inexplicablemente no hubo ninguna demanda de plagio por parte de la banda Love: coged el tema She Comes In Colors, de diciembre de 1966, y encontraréis más de una -y más de diez- similitudes con Beautiful Stranger. Pero supongo que Madonna es Madonna...






Letra de la Píldora.

Hasta la próxima.

2 comentarios:

  1. La verdad es que es clavado al original de los Love!

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  2. ¿Clavado? Si lo que me extraña es que no hubiera un pleito por medio, macho! Y mientras más las escuchas, más se parecen...

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