La Píldora de hoy es, en cierto modo, la segunda parte de la de ayer. Si entonces explicaba los ímprobos esfuerzos para atraer al personal femenino en la discoteca, aguantando como los valientes cualquier tema que perpetrara el DJ, hoy nos centraremos en otros lugares bien diferentes para salir de marcha, los pubs de cerveza y música de guitarra que habían en Cornellà durante los noventa.
Es menester decir que eran lugares de lo más heterogéneo y distintos entre sí, pero todos tenían en común una parroquia con cierto gusto por la música estridente y tanto en inglés como en castellano. Irse a ligar, también se iba, pero el ambiente era bastante menos forzado -a mi juicio- que el de las discotecas de tarde en las que hasta donde poco antes había asistido con asiduidad.
Hubieron varios locales, separados en el tiempo y en el espacio, pero bien próximos entre sí. Así, destacaban el histórico Made In Spain (lógico adivinar qué musica ponían), el Por Huevos (el más cercano a casa), el Al Socayo (junto al engendro makinero del Axioma 3)... pero, sin duda, el rey durante muchos años fue el Tijuana. Tras un breve período situado en un bar muy cerca del frecuentadísimo Café Blanc, pasó a un local en la calle Miranda, donde se vivieron sus años de oro. Allí, junto a los colegas de marcha habituales, coincidías con otros conocidos y amigos de Cornellà y de Las Planas: en ocasiones, parecía casi un club social. No era para menos. Su posterior traslado y conversión a discoteca, que ya no conocí, dieron al traste con aquel magnífico ambiente.
La filosofía de aquellos pubs era clara: muchas cervezas (baratas y efectivas), más berrear, la dosis correspondiente de air guitar cuando la canción lo requería, y sarao, mucho sarao. La Píldora de hoy -el gran éxito de los Celtas Cortos de 1993-1994- fue, durante aquellos años, uno de los temas más recurrentes e imprescindibles que se marcaban, garantizando cuatro minutos de juerga y jarana rodeado de buenos amiguetes... eso sí, ahora que recuerdo, era bastante más difícil ligar allí. Tal vez nos relajábamos demasiado en las formas...
Celtas Cortos – Tranquilo Majete (por Spotify)Es menester decir que eran lugares de lo más heterogéneo y distintos entre sí, pero todos tenían en común una parroquia con cierto gusto por la música estridente y tanto en inglés como en castellano. Irse a ligar, también se iba, pero el ambiente era bastante menos forzado -a mi juicio- que el de las discotecas de tarde en las que hasta donde poco antes había asistido con asiduidad.
Hubieron varios locales, separados en el tiempo y en el espacio, pero bien próximos entre sí. Así, destacaban el histórico Made In Spain (lógico adivinar qué musica ponían), el Por Huevos (el más cercano a casa), el Al Socayo (junto al engendro makinero del Axioma 3)... pero, sin duda, el rey durante muchos años fue el Tijuana. Tras un breve período situado en un bar muy cerca del frecuentadísimo Café Blanc, pasó a un local en la calle Miranda, donde se vivieron sus años de oro. Allí, junto a los colegas de marcha habituales, coincidías con otros conocidos y amigos de Cornellà y de Las Planas: en ocasiones, parecía casi un club social. No era para menos. Su posterior traslado y conversión a discoteca, que ya no conocí, dieron al traste con aquel magnífico ambiente.
La filosofía de aquellos pubs era clara: muchas cervezas (baratas y efectivas), más berrear, la dosis correspondiente de air guitar cuando la canción lo requería, y sarao, mucho sarao. La Píldora de hoy -el gran éxito de los Celtas Cortos de 1993-1994- fue, durante aquellos años, uno de los temas más recurrentes e imprescindibles que se marcaban, garantizando cuatro minutos de juerga y jarana rodeado de buenos amiguetes... eso sí, ahora que recuerdo, era bastante más difícil ligar allí. Tal vez nos relajábamos demasiado en las formas...
Letra de la Píldora.
Hasta la próxima.
Según me han contado, porque mi sensibilidad hay cosas que no puede tolerar, el estilo bailongo del pollo era de un arte inenarrable.
ResponderEliminarMás que arte, arte y ensayo. Y si la música era buena, Tony Manero, a mi lado, poco más que el cojo mantecas. De todas formas, lo que contaba era el savoir fair o, mejor aún, la chispa de ese día. Si la tenías, ¿quién quería perder el tiempo bailando bien? Habían cosas mejores en las que invertir el tiempo, hombre...
ResponderEliminarOstras! El madein!! he desempolvado de mi memoria muchas vivencias juveniles en aquél local, ya no existen locales como los de antes!! esa carretera de cornellá repletita de baretos!! gracias! me has hecho sonreir (y también sentir cierta nostalgia!)un abrazo
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