Los que habéis seguido las distintas Píldoras -por no decir los que me conocéis directamente- sabéis perfectamente de mis orígenes planenses. Dichos orígenes presuponen una característica inherente a ellos: somos personas más de secano que un melón de Villaconejos. La mitad, cordobeses o de origen cordobés, y la otra mitad, también cordobeses o de origen cordobés, curtidas personas de mar todas ellas, como supondréis.
Dicho esto, es difícil comprender (incluso para mí) como acabé realizando una actividad deportiva como la que practico hoy en día: remo. Y en la mar. Toma ya giro imprevisto. Y aún hay más: encima, desde hace algún tiempo, mis compañeros de los Llaguts de Calafell, el club del que formo parte, decidieron tolerarme como responsable del tinglado. Pero, ¿cómo pudo pasar algo así, que un tío que hasta los 28 años sólo se había subido en las Golondrinas de Barcelona y en el barco de las Illes Medes acabara cogiendo tanto gusto por la mar salada?
Pues ni idea y, a decir verdad, ni siquiera las condiciones de inicio fueron las más propicias. Un día de julio de 2003, en una jornada de puertas abiertas de los Llaguts, algunos amigos de Calafell -que no tuvieron ningún reparo en aceptar de buenas a primeras a este marciano casi recién llegado- me invitaron a probar subir a la barca. Eran las dos de la tarde en plena canícula juliana, y sólo éramos cuatro remos (contando el mío) en una embarcación de ocho. Trayecto: de la Cofradía al puerto de Segur, unos veinte o veinticinco minutos del tirón.
Cuando llegué, debía de pesar tres kilos menos respecto a la salida, pero alguna cosa me hizo volver a probar muy poco después. Y tras un severísimo mareo en la segunda ocasión, aquí estamos, un orgulloso miembro de la tripulación de veteranos, y con el privilegio de poder coordinar a un grupo de gente magnífico.
Así que, como homenaje a todos ellos, y a todos los que me aceptaron y contribuyeron a que hoy en día pueda decir sin ambages que me siento como vecino de Calafell, y del barri de la Platja, aquí va esta Píldora de corazón, este bellísimo Fisherman's Blues -el blues del pescador- de los Waterboys. Muchas gracias a todas y a todos.
The Waterboys – Fisherman's Blues (por Spotify)
Letra de la Píldora.
Hasta la próxima.
Dicho esto, es difícil comprender (incluso para mí) como acabé realizando una actividad deportiva como la que practico hoy en día: remo. Y en la mar. Toma ya giro imprevisto. Y aún hay más: encima, desde hace algún tiempo, mis compañeros de los Llaguts de Calafell, el club del que formo parte, decidieron tolerarme como responsable del tinglado. Pero, ¿cómo pudo pasar algo así, que un tío que hasta los 28 años sólo se había subido en las Golondrinas de Barcelona y en el barco de las Illes Medes acabara cogiendo tanto gusto por la mar salada?
Pues ni idea y, a decir verdad, ni siquiera las condiciones de inicio fueron las más propicias. Un día de julio de 2003, en una jornada de puertas abiertas de los Llaguts, algunos amigos de Calafell -que no tuvieron ningún reparo en aceptar de buenas a primeras a este marciano casi recién llegado- me invitaron a probar subir a la barca. Eran las dos de la tarde en plena canícula juliana, y sólo éramos cuatro remos (contando el mío) en una embarcación de ocho. Trayecto: de la Cofradía al puerto de Segur, unos veinte o veinticinco minutos del tirón.
Cuando llegué, debía de pesar tres kilos menos respecto a la salida, pero alguna cosa me hizo volver a probar muy poco después. Y tras un severísimo mareo en la segunda ocasión, aquí estamos, un orgulloso miembro de la tripulación de veteranos, y con el privilegio de poder coordinar a un grupo de gente magnífico.
Así que, como homenaje a todos ellos, y a todos los que me aceptaron y contribuyeron a que hoy en día pueda decir sin ambages que me siento como vecino de Calafell, y del barri de la Platja, aquí va esta Píldora de corazón, este bellísimo Fisherman's Blues -el blues del pescador- de los Waterboys. Muchas gracias a todas y a todos.
The Waterboys – Fisherman's Blues (por Spotify)
Letra de la Píldora.
Hasta la próxima.
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