"Hola mi amor, soy yo tu lobooo..." es una de las frases icónicas de cualquiera que quiera (o haya querido) ligar completamente en broma... a menos que haya sido tan memo como para tomarse la expresión al pie de la letra.
Y es que su mismo origen ya denotaba que la cosa iba dentro de la más absoluta coña. Con ella, la Orquesta Mondragón se afianzaba como una de las bandas más populares de los entonces nacientes años ochenta. Su mezcla de vodevil y de rock -a veces, como hoy, con tonillos punks- y el papel que compartían el histriónico Javier Gurruchaga junto a su partner Popotxo, aquel que tipo flaco que convertía las actuaciones en auténticas perfomances, fueron el sello distintivo de esta banda donostiarra.
El mismo nombre de la formación ya lo decía todo. Para un catalán, "enviar" a alguien a Sant Boi fue durante años sinónimo de decirle que no estaba bien de la cabeza, ya que en esta localidad (colindante a la que yo crecí, Sant Joan Despí) existía -y existe- un conocido hospital psiquiátrico. Pues bien, para un vasco, "enviar a Mondragón" era lo mismo que para nosotros hacerlo a Sant Boi. ¿A que "Orquesta Mondragón" ya no significa lo mismo después de leer esto?
Uno de los hits más recordados de Gurruchaga y compañía era este Caperucita Feroz, toda una acelerada y majara interpretación del famoso cuento que Perrault y los hermanos Grimm recogieron de la tradición oral. Un tema que podéis ver en el clip en una actuación en el programa Tocata. Como apunte, fijáos en la gran juventud del público, prácticamente preadolescentes. Y luego en la performance de Popotxo travestido de sadomaso con peluca. ¿Os imagináis algo así ahora en la tele? ¡Eran los ochenta!
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