jueves, 1 de julio de 2010

International Velvet, Catatonia, 1998


A pesar de que soy una persona interesada por la política, y con un cierto grado de compromiso al respecto -que, después de estas líneas, vayan ustedes a saber dónde acaba- normalmente procuro evitar estos temas en las Píldoras. Hay cosas más importantes, que son las que entran aquí. Sin embargo, si no comparto lo que quiero compartir hoy, reviento.

A raíz de la historia ésta del Tribunal Constitucional y el Estatuto de Autonomía catalán, durante las últimas horas he visto cosas por aquí arriba que, de surrealistas, serían cómicas sinó tuvieran un potencial francamente arriesgado y peligroso. Mientras que se proponen artificiales manifestaciones de adhesión al texto, e incluso aparecen en balcones exacerbadas senyeres con crespón negro (!), es posible escuchar mamarrachadas de todo tipo procedentes del campo españolista más rancio, como si de la última victoria de la Guerra Civil se tratara.

Personalmente, el Estatut ni me entusiasma, ni me deja de entusiasmar. Sencillamente, creo que los tiempos que corren requieren de otras prioridades, mucho más sociales y dirigidas a la gente con necesidades. Quien pone una bandera como modus vivendi, come todos los días, y come bien. Y, desde luego, se me ocurren 150 motivos prioritarios para una manifestación. Ciertamente, alguien podría pensar que descender de andaluces no me da sensibilidad catalanista suficiente, pero nacer y vivir casi 36 años aquí, y aplicarme con todos los usos y costumbres de la tierra -como debe ser, incluyendo mi nivel C de catalán, algo que muchos exaltados no tienen- me autorizan tanto como un Pujol o un Maragall a opinar así con plena autoridad y sin cargo a conciencia. Y, por supuesto, mucho más que un Millet o un Prenafeta.

Por el otro lado, están varios de los tipejos esos que se autoconsideran garantes del orden constitucional, de una forma exactamente igual a como sus padres lo hacían con los Principios Fundamentales del Movimiento. Dan asco. Nunca se preocuparon en entender lo más mínimo este país, Cataluña, más allá que como una mera tierra conquistada llena de desafectos al régimen. Y así nos ha ido. Ellos (y no sólo pienso en jueces, sinó también en políticos y periodistas) y su gilipollez congénita son los máximos responsables de que aquí surjan otros iguales a ellos pero en campo contrario.

El tema de hoy lo he escogido por un motivo tal vez equivocado, pero que interpreto así. Catatonia es un grupo galés, y sus conciertos suelen estar llenos de símbolos de ese país, en contraposición a Inglaterra. En 1998, lanzaron este tema dentro de su álbum homónimo. La canción fue escrita en galés, pero su estribillo, que literalmente da gracias al Señor por ser galés, quedó en inglés. Es muy posible que esto sólo respondiera a un objetivo de difundir mejor este mensaje nacionalista gaélico, quién sabe, pero siempre me gustó esa dicotomía realmente integradora entre mensaje e idioma. Porque yo también doy gracias a Dios por ser catalán. Y español. Y, sobre todo, por intentar no ser gilipollas.

Catatonia – International Velvet (por Spotify)



Letra de la Píldora.

Hasta la próxima.

3 comentarios:

  1. El nacionalismo es algo inherente a las personas. El que está bien llevado es el de la mayoría, los que se sienten orgullosos e identificados con el lugar donde han nacido y/o han pasado los días más felices de su vida... El ejemplo (en microcosmos) está muy cerca: SJD dejó hace mucho tiempo de ser un pueblo bonito, no es que vaya a peor pero los apaños no arreglan las chapuzas de otros tiempos y a pesar de todo es nuestro pueblo. Esto llevado a una escala mayor va a parar al que se siente orgulloso de su comarca, de su provincia, de su región etc. Pero hay quien no sabe defender su posición con argumentos (ay, qué bonito es mi pueblo!) y entonces es cuando defiende su posición a base de machacar al de lado (en tu pueblo no saben ni hablar... ay, mi pueblo sí que es bonito!). La postura más sensata es entender que hay a quien le sienta mejor el granizado de limón en la Plaza de España de Sevilla y habrá a quien le siente mejor en la Plaza Mayor de Estocolmo. A mí, por lo pronto, me sienta mejor en Sevilla, pero respeto a los que sean felices haciendo lo mismo con su plumón a cuestas.

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  2. Mercè guapa, es que no entendio ná de ná.Bueno, lo de defender Badalona que es mi pueblo pos sí, pero ya lo del granizado limón en Estocolmo, pos que ya es como irse mucho por las ramas. Bueno, saluda a tu hija y atu marido de mi parte, que ya me han informao bien de todo.
    Y tú, campeón, palante, que también man informao, yeso no es nada. Tomorro será otro día que dicen los guiris!

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  3. Fijaos si es cierto lo del caracter inherente del nacionalismo... no hay más que ver a la gente defender como posesos a sus selecciones durante este mundial. Quisiera pensar que es algo sólo divertido (incluso yo, nada futbolero y poco sospechoso de ir cargado de banderas, admito que veo los partidos de "la roja", incluso algo pertrechado). Porque si es de otro modo, en el fondo, habremos avanzado muy poco desde el siglo XIX, y nuestros riesgos antiguos de acabar a la greña sólo los habremos calmado pero nunca eliminado...

    Efectivamente, Mercè, la forma correcta de entender el amor a un trozo de tierra, o a un colectivo superior de personas con las que no nos unen lazos directamente afectivos, es la que dices: "mira qué bonito es Sant Joan" en vez de "los de Sant Feliú son unos perdedores" y cosas por el estilo.

    ¡Qué sería de este blog si pensara "los ingleses son unos cabrones" y, consecuentemente, no pusiera música de gente de ese país!¡Y qué tonto sería, además, por perdérmela!

    Porque el tiempo que pasamos odiando a la tierra del vecino lo perdemos amando a la nuestra propia.

    ¿O no?

    Y Tudela, amiguete, muchas gracias por el ánimo, sois la pera limonera, pero de la buena!!! Tomorro is tudai!!!

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