Llegado el 31 de diciembre, y la Fiesta de Nochevieja, creo que es el momento de desearos un
¡FELIZ Y PILDORERO 2012!
Me queda deciros que nos vemos, cómo no, en el Año Nuevo... aunque antes, junto a este pedazo de tema de los Temptations, os propongo una pequeña fiesta funky con los posts que quedaron sin colgar a lo largo del año y que hoy recuperamos colocándolos en sus correspondientes días. ¡Que lo paséis de coña!
Los que os hayáis dejado caer ahora mismo y no hayáis estado al tanto del aviso en Facebook, supongo que habrá "algo" que os habrá llamado la atención en las Píldoras. Sí, avezados pildoreros, tras casi dos años desde la última modificación (los más veteranos, ¿recordáis sus primeros meses en aquel verde omnipresente y casi sin nada más que los posts y el archivo?) he pensado que había que dar ciertos retoques.
El más importante de ellos es la aparición de la columna -frame, para los entendidos- de la izquierda. En los últimos tiempos, la enorme lista de músicos había casi enterrado a la mayoría de aplicaciones existentes en la única columna existente hasta ahora, la de la derecha. Entre ellas, la que más me gusta, que es la que da constancia de los diez últimos comentarios. Precisamente por ello, preside ahora el nuevo espacio reservado a la izquierda de los posts.
Por lo demás, aprovechando que el Pisuerga pasaba por Valladolid, pensé que una cierta renovación de la imagen podía estar bien, cambiando el blanco predominante por el gris. Además, se ha sustituido la cabecera antigua, con la mano sosteniendo una píldora (qué obvio, ¿no?, ¡je, je, je!) junto a una batería, por esta silueta de los Beatles cruzando Abbey Road presidida por el título y el subtítulo. Por cierto, que en éste último he añadido un "desde Calafell" para que el 90,5% de visitantes que no son de Cataluña (entre ellos dos tercios procedentes de fuera de España) puedan conocer el gran municipio donde vivo.
Espero que os guste. De momento, casualidad o no, a falta de dos horas y media para que cambie el contador de visitas a mañana, estamos prácticamente igualados al récord de las mismas de hace pocos días. Por lo tanto, hoy destrozaremos por completo aquella marca, que estaba en 629 visitas en 24 horas.
Ya veis, grandes noticias para este blog. Aunque la mejor de todas es saber que estáis frente a él cada vez que os apetece escuchar música. ¡Una música que, a veces, puede ser hasta buena!
PS: Changing -de título intencionado, como no se os habrá escapado- es uno de los singles de más éxito dentro de los circuitos indies norteamericanos por parte de la formación californiana The Airborne Toxic Event. Espero que os guste. Y sí, ya sé que que Changes, de David Bowie, hubiera estado asimismo muy apropiada y es más conocida, pero ya llevamos cinco Píldoras del Duque Blanco y también mola escuchar cosas nuevas, ¿no?
No sé cómo me lo monto, pero estos días estoy más liado que de costumbre, así que acabo llegando al portátil a la hora que Dios quiere. Y encima, con unas ganas de coger el sobre que ni os cuento, así que espero que me disculpéis agunas brevedades sobrevenidas.
Para compensarlo, os dejo con otra de las joyas de aquel álbum mítico de los Duncan Dhu, El grito del tiempo, uno de los más vendidos en nuestro país en 1987. De hecho, casi podría decirse que, de toda la discografía de los donostiarras, el tema de hoy, En algún lugar, ha acabado siendo el más recordado de cuantos grabaron, con el permiso de aquel centenar de gaviotas con las que se dieron a conocer en sus inicios.
Y entre nosotros, ¿a que sería estupendo algún lugar como el que olvidaron construir?
El tema de hoy podríamos compararlo en términos hispanos a si alguien dedicara una canción a las costumbres de lo más recóndito de Andalucía, o de Castilla, o de cualquier otro lugar siempre alejado de las grandes ciudades. Porque este éxito -que lo fue- del sureño Tony Joe White recreaba la dura vida y costumbres de su Luisiana natal durante su infancia.
Como por ejemplo, las humildes ensaladas que hacían con una especie de hierba del lugar, la Phylotacca, con la que en momentos de necesidad se alimentaban los moradores de aquel rincón de Estados Unidos. Esta ensalada era conocida, precisamente, como poke salad o polk salad.
Y, ya de paso, White recordaba otros pasajes de su infancia, como los pantanos de la zona o sus peligrosos aligators, los cocodrilos que campaban por allá. O a la endurecida Annie, cuya madre cumplía condena haciendo trabajos forzados, y que era toda una especialista en dichas pobres ensaladas para comer.
Polk Salad Annie acabó entrando en el Top 10 norteamericano, aunque se tomó su tiempo para ello. De hecho, tardó nueve meses en entrar en el chart, y la discográfica lo llegó a dar por perdido. Tan sólo la demanda que se iba manteniendo gota a gota en Texas le dio vidilla hasta que, finalmente, saltó a California y, desde allí, al resto del país.
Como puede verse, una trayectoria no menos tortuosa que la vida de la tal Annie. Os recomiendo que escuchéis las dos versiones, tanto la del clip como la del vículo de Goear, ligeramente distintas. De todas formas, no dudo que, en cualquiera de las dos, se os irá sin querer el pie.
Hay canciones que triunfan sobreponiendo versión tras versión, lo cual le acaba otorgando un status de imperecedera. Aunque en alguna ocasión, como en la presente, las sucesivas interpretaciones hubieran acabado relegando a las anteriores a un relativo olvido, a despecho de su éxito inicial.
Always On My Mind ha recibido, desde su primer lanzamiento, en 1972, centenares de versiones, generalmente por parte de artistas country, en el que se enmarcaba la canción. Sin embargo, de todas ellas, cuatro son las que posiblemente merecen cierta atención en base a lo dicho más arriba.
La primera de ellas fue la que grabó y lanzó Brenda Lee -aquella que, como adolescente, había cantado el clásico I'm Sorry en 1960-. Lee, con ella, obtuvo cierta repercusión en el mundillo country. Sin embargo, tuvo realmente mala suerte con la siguiente versión que alcanzó la fama.
Y es que cuando el mismísimo Elvis Presley, ya convertido en semidiós de Las Vegas, tocaba una canción, la convertía en todo un acontecimiento. Apenas semanas después que Brenda Lee, el Rey grabó su versión, que se ajustaba como un guante para explicar su separación reciente de Priscilla. Su interpretación resultó tremendamente emotiva y, a pesar de que inicialmente se editó como cara B de single, se difundió igual que su cara A. De hecho, en Gran Bretaña llegó al Top 10 de las listas precisamente como canción principal del sencillo.
Y así, durante diez años, la de Elvis fue la versión por antonomasia, totalmente olvidada la de Lee. En 1982, el pelirrojo Willie Nelson hizo la suya propia, que nuevamente se convirtió en un enorme éxito de ventas premiado incluso con varios Grammys. Sin embargo, nuevamente, estaba cerca de ser sustituida por la que hasta hoy ha quedado como la más vendida y conocida de todas ellas.
Os prometo que hasta este momento no he llegado a casa desde que salí a mediodía a la tradicional comida de San Esteban -Sant Esteve por estos pagos-, una propina gastronómica a la Nochebuena y la Navidad en toda regla. En este sentido, no os ocultaré que ando con el cuerpo más para allá que para acá, así que los próximos días hasta Nochevieja va a tocar una buena ración de ley y orden a la hora de comer y cenar. Que uno ya no es lo que era.
De todas formas, antes de cerrar el garito por hoy, os dejo con esta canción que, al menos los que estáis en España, es imposible que no hayáis escuchado varios millones de veces... aunque sea mediante su estribillo transformado en alegre cantinela de farra después de comer. Era precisamente nuestro irregular caso de esta tarde, así que ya sabéis el porqué de su publicación esta noche.
Los Pop-Tops fueron uno de los grupos más interesantes del pop español de finales de los sesenta y principios de los setenta, con un estilo a medio camino entre el soul y el pop sinfónico. A lo largo de su carrera, liderada por su cantante, el caribeño Phil Trim, atesoraron una buena colección de éxitos, el mayor de los cuales fue este Mamy Blue de 1971. De hecho, su impacto trascendió a las fronteras españolas, y consiguió entrar en diversas listas de éxitos, incluyendo la norteamericana.
Y nada más por hoy, que ya es heroico el hecho de andar todavía activado. Espero que os haya gustado o, cuanto menos, que os haya dado alguna idea para tatarear la próxima vez cuando se os acabe el repertorio de villancicos. La verdad es que se ríe uno mucho cantando esto y rascando la botella de anís con una cucharilla.
Entre comida y comida, bebida y bebida, y demás gestiones diversas propias de estas horas, me robo un brevísimo momento para dejaros con un pedazo de canción ideal para un día como hoy por su buen rollo total. Con Wonderful World, Beautiful People, el jamaicano Jimmy Cliff saltaba por primera vez a la primera línea musical en una carrera que se vería jalonada de numerosos éxitos a lo largo de los años siguientes... y que repasaremos en su día por aquí.
Eso sí, yo no me hago cargo si, tras escucharlo, os da por los cigarritos de perejil o por las pipas de la risa tonta. Desde siempre, lo mío han sido más los turrones y, si acaece, una copita de Cointreau. Al fin y al cabo, la risa y la posterior siesta/clapada general me las pego igual, así que, ¿para qué complicarme la vida?
Como es tradición tal día como hoy, no tengo menos que desearos una
FELIZ NOCHEBUENA Y FELIZ NAVIDAD,
y agradeceros una vez más que estéis ahí al pie del cañón. De todas maneras, en esta ocasión, como habréis visto por el tema escogido, sí que os pediría que no olvidárais a aquellos cuyas Navidades no serán a lo mejor tan brillantes como las de los demás tras años de crisis, o por vivir fuera de nuestra burbuja consumista. También es Nochebuena para ellos. Y sí, ya sé que parece el discurso del rey, pero coño, ya me entendéis lo que quiero decir.
¡Un abrazo, Pildorer@s!
PS: os comunico que ayer se batió ampliamente el récord de visitas del blog, que lleva unos días disparado como un cohete. Fueron 629 entradas, pero a este ritmo, no las tardaremos en superar. Gracias de nuevo, sois estupendos.
Los que habéis ido siguiendo el blog desde sus inicios, y aún desde un tiempo después, os habréis topado con más de una Píldora de los que considero unos auténticos hooligans del glam rock, en su sentido más amplio: los Slade. No es para menos, en tanto durante la primera mitad de los setenta sus singles se contabilizaban como auténticos hits casi sin excepción, con unas ventas literalmente millonarias.
Sin embargo, entre toda aquella colección de éxitos, el que acabó quedando como más recordado -y vendido- fue este Cum On Feel The Noize, que en el slang de la banda no quería decir otra cosa que "vamos, siente el ruido". Y hago la especificación, porque a menudo su transcripción por parte de puritanos y meapilas se ha terminado haciendo en inglés académico, esto es, "Come On Feel The Noise". ¿Por qué? Buscad en inglés qué quiere decir "cum" y lo sabréis.Y es que los censores de todo tiempo y lugar siempre han sido unos malpensados... y unos cerdotes. Si no, de qué iban a tocar un título tan cheli como éste.
Como fuese, en 1973 no se andaban con tantos remilgos, y el single se alzó hasta el número uno absoluto... en la misma semana de su lanzamiento. Algo que no se conseguía en el Reino Unido desde que nada menos que los Beatles lanzaran en 1969 su Get Back. Por si fuera poco, en el resto de Europa también fue uno de los sencillos más vendidos en la primavera del 73... un logro que, como contrapartida, no fue posible ni de lejos al otro lado del Atlántico.
Sin embargo, si tenéis un conocido norteamericano, o lo sois vosotros mismos -me consta que se sigue muchísimo el blog en los USA, especialmente en California y... en Georgia- es muy probable que no sea desconocido el tema de hoy. La causa está en la versión que diez años después, en 1983, hizo el grupo Quiet Riot, que, esta vez sí, se coló en los principales puestos del Billboard, además de relanzar la canción nuevamente en Europa.
Os dejo, pues, con la quintaesencia de la música Slade: comercial, potentísima y, sobre todo, muy ruidosa. Cuando la hayáis escuchado, me contáis luego si no es apropiado si título. Sin guarradas, por supuesto.
Ayer, junto a Mercè -la que veis en bastantes comentarios por aquí- asistí a un evento bastante peculiar, por lo menos para mí. Como fuera que le apetecía ir, y en su hogar no podía reclutar a nadie, recurrió a un valor seguro para meterse en saraos peculiares, que es quien escribe. Así pues, ayer por la tarde, estuvimos en una subasta. Sí, de esas como las que salen en las películas, llenas de cuadros, gente rancia y una persona con un mazo de madera pegándole a un tarugo cada vez que pasaba de trasto subastado. Por supuesto, la visitamos como meros turistas observadores, que no está el horno para gilipolleces.
Dicho así, sale a traslucir el individuo poco sofisticado que en muchas ocasiones suelo ser, pero es que aquello era -y me darás la razón, Mercè- un tostón de superlativa magnitud. Uno, en su desconocimiento de esos lugares, se imagina a dos o tres tipos envarados y con naftalina hasta en las orejas pujando cifras astronómicas por obras de arte de aparente incalculable valor.
Pues bien, casi nada de lo anterior, al menos ayer, concordaba con esa imagen, os lo aseguro. Para empezar, cuando llegabas, te encontrabas en una sala llena de gente que, al menos, tenía la decencia de cumplir con las expectativas de ranciedad en bastantes casos. Y ahí acababa toda similitud con lo preconcebido. Según comentaba Mercè, que ella sí que entiende de arte tela, y aún tela y media, el grueso de lo que allí se subastaba era de un valor más bien mediocre. Y sus precios de salida también eran mucho (pero mucho) más modestos de lo que os podáis imaginar. Nada de miles de millones en un cuadro. Los había hasta de 200 euros, vamos, una birria.
Y las pujas. Menudo aburrimiento, ladrillo y tostón. Ni rastro de audaces millonarios sacando la pasta para comprar un jarrón Ming o un Velázquez. A lo sumo, de vez en cuando -muchos objetos se quedaban sin colocar- dos o tres pujillas (a menudo por teléfono) por dibujos o cuadros de poco valor, con subidas en cada caso de apenas 50 euretes. Glamour a tope. Por lo visto, la crisis también ha llegado hasta estos extremos. Como nota aparte, os diré que no vi cava en la mesa de bebidas, pero sí Coca Cola. Toma ya, y eso que era una casa de subastas de cierto renombre.
Así que tras un rato, optamos por retirarnos de allí, antes de que se nos escapara -particularmente a mí- un sonorísimo bostezo tras haber recorrido visualmente el catálogo de objetos unas 57 veces. En definitiva, salimos bastante desilusionados de allí tras la asistencia. Pero buena parte de la culpa era nuestra o cuanto menos, mía: es lo que tiene ir por la vida con demasiadas expectativas.
PS: The Winner Takes It All, enésimo número uno de Abba, como supondréis, no trataba de ninguna subasta ni de nada por el estilo. Pero el título recoge bien lo que pensaba que sería aquello antes de llegar. Como intuiréis, en la historia de la música de todos los tiempos, las pujas de subastas no han sido temas recurrentes para las canciones, y las pocas que hay ni matan demasiado ni mucho menos tienen grandes clips al efecto. Así que, en mis obvias limitaciones, esto es lo mejor que os propongo. Que al menos disfrutéis con la música.
Lamento las horas... y la brevedad más que manifiesta, porque estoy que me caigo y marcho a dormir. Pero no sin antes dejaros con otro de los tropecientos singles que Moby sacó de su archivendido Play de 1999. De Natural Blues se hicieron dos clips, uno rodado con Cristina Ricci, en el que aparecía un Moby al final de sus días en un asilo, y el otro animado a la manera del que ya hiciera para su anterior sencillo, Why Does My Heart Feels So Bad?.
Como quiera que éste último me da mucho mejor rollo, aquí os lo dejo. Nos vemos en la próxima, familia.
Esta es una de las canciones que, desde que era pequeñito, pequeñito (vamos, desde los tres años en adelante) me acompañaron ya para siempre. Y es que aún hoy, cuando suena El Cristo de Palacagüina no tengo por menos que detenerme un momento y, más allá de la historia bellísima que cuenta, permitir que me vengan a la cabeza recuerdos de la niñez.
Uno de estos recuerdos es el de las excursiones a la playa de Terramar en Sitges. En aquella playa, que no es de arena si no de cantos rodados -creo que ya lo conté alguna vez- hacíamos auténticas cazas de bichos comestibles de todo tipo que luego iban por la noche a la plancha de la cocina de casa. Nunca he comido tantas tallarinas como entonces, os lo aseguro.
Con los años, los hábitos playeros cambiaron, pero la canción, que ya entonces se había grabado debajo de mi pobladísimo flequillo (sniff, sniff...), siguió siendo una de las que más me gustaban. Pero ahora por su letra, que era todo un canto a la Teología de la Liberación, poniendo a Jesús nada menos que como un futuro guerrillero contra la opresión. Toma ya.
La causa de este mensaje había que encontrarla en su creador, Carlos Mejía Godoy, un compositor y músico nicaragüense de izquierdas que por entonces también era muy famoso con un tema mucho menos comprometido, Son tus perjúmenes, mujer. Mejía Godoy mantenía unas ideas muy comprometidas con la guerrilla sandinista de su país y fue él mismo el que compuso el no menos famoso Credo de la Misa Campesina, que también interpretó la cantante cubana con éxito aún mayor si cabe que con el tema de hoy.
En fin, recuerdos de niñez y lucha por los oprimidos. Razones más que suficientes para dedicar el post que tenéis delante y que voy a dejar que me emocione un poco una vez más.
Mötley Crüe fue uno de los grandes grupos de glam metal -esa vertiente del heavy metal a golpe de maquillajes y permanentes capilares varias- de finales de los años ochenta. Como buen representante de su estirpe, además del estilismo francamente olvidable, se hizo acreedor de una serie de éxitos que trascendieron más allá de los circuitos metaleros.
Uno de los más conocidos -especialmente si os iba este rollo- era Kickstart My Heart, que reunía todos los ingredientes musicales de aquel estilo, conjugando potencia de sonido con una evidente orientación comercial que buscaba a todos los públicos posibles. Además, su letra hacía honor al way of life excesivo del que hacían gala todas aquellas formaciones heavies.
Resulta que, en 1987, los Mötley Crüe se encontraban de gira con otros astros en ascenso por entonces, los Guns N' Roses. Pues bien, en la habitación del hotel ocupada por el guitarrista de éstos, Slash, el bajista de los Mötley Crüe, Nikki Sixx, pilló una sobredosis de órdago que acabó con él en estado clínicamente muerto. Sólo in extremis, la novia de Slash consiguió resucitarlo literalmente. Lo que se dice una escena propia de Trainspotting, por lo menos.
Para terminar, un apunte: si sois muy aficionados al rock, el riff del tema de hoy os sonará algo. Y es que es muy parecido al que los Sweet se habían marcado en 1973 en su potentísima Hellraiser (me la apunto para otro día). Pero al fin y al cabo, un poco de lógica tenía la cosa: todo quedaba entre compadres glamurosos, por más macarras y bestiajos que fueran.
Hace no mucho, un grupo de majaras montamos un grupo de Facebook restringido -algunas majaradas hay que mantenerlas al margen de miradas indiscretas- en el que la cosa va de meter música... y esperar a ver qué dice el resto. Más allá del nivel musical incuestionable que hay, es esto último lo que es más divertido: tanto los comentarios a favor como en contra (los mejores para echarse unas risas, palabrita), aderezados de reflexiones y reacciones que suelen cerrar el día con el mejor humor.
Y claro, una manera de darle cuerpo al asunto ha acabado siendo montar algo así como monográficos. Así, la semana que acaba ha estado dedicada al pop español, lo cual en ocasiones ha acabado derivando en situaciones surrealistas: sólo os diré que a algunos individuos/individuas se nos ocurrió en cierta noche subir cosas como La Ramona de Fernando Esteso, Saca el Güisqui Cheli, o cierta comparsa gaditana cuyos miembros íban disfrazados de... ídems. De verdad de la buena.
Con todo, de vez en cuando se imponía la cordura y salía lo más granado del rock español de las últimas décadas en adelante. Cuando esto ha sucedido, no han faltado nombres como Serrat, Radio Futura, Vetusta Morla, Golpes Bajos, Alejandro Sanz y otros muchos en una sucesión constante de clips y comentarios que -aún siendo a veces dificilísimos de seguir a la velocidad debida en los momentos en los que la mayoría de los habituales estábamos a piñón- han servido para terminar cada día yéndose a dormir tan relajado como si uno viniera de la playa.
Uno de los temas que voy a dejar esta noche en el grupo para cerrar esta semana Made In Spain será, precisamente, este El Límite, de La Frontera. Junto a Juan Antonio Cortés y Judas, el Miserable, fueron las tres grandes canciones de estos madrileños que movieron nuestras cervezas sabatinas nocturnas en la Cornellà de los noventa.
Por cierto, que me parece que la semana que viene va a tocar poner bandas sonoras. Os confieso que me apetece echarle mano al tema... pero, entre nosotros, la cosa tiene un riesgo cierto de acabar en términos surrealistas como el rosario de la aurora. Eso sí, si es así, qué risa me espera.
Hacia 1971, los Deep Purple comenzaban a adentrarse más y más en su nueva faceta heavy metal, en las antípodas de su recienteísimo pasado psicodélico y sinfónico. Uno de los pasos más notables en este camino fue el lanzamiento de Fireball, en el verano de aquel año.
Aquel aceleradísimo tema, en el que la guitarra, el bajo, la batería y hasta el órgano parecían sonar a un ritmo esquizofrénico, se convirtió rápidamente en una referencia obligada de la formación. Hay que decir que, por entonces, aún no habían editado sus históricos Highway Star ni Smoke On The Water, su ultra ensayada pieza por cualquier aspirante a metalero con unas mínimas aspiraciones.
En cierto modo, Fireball era una canción un tanto peculiar. En ella no encontraréis ningún sólo de guitarra, algo insólito en un tema heavy. A cambio, se daba mucho juego al bajo y al órgano, instrumento éste último consustancial al sonido de los Deep Purple, un vestigio de sus inicios sinfónicos. También usaba un doble bombo de batería: para su grabación, tomaron prestado uno de lujo, procedente nada menos que de los Who, que estaban grabando justo al lado su imprescindible álbum Who's Next. Finalmente, añadieron en el tramo final de la canción ¡una pandereta! ¿Cuántas veces las habéis escuchado acompañando en una canción heavy metal?
Además, si escucháis la versión de estudio en el aplicativo de Goear, encontraréis que se inicia con un sonido un tanto peculiar, como de una lavadora industrial, o algo parecido. El grupo, cuando le preguntaron, llegó a decir al respecto que procedía de un sintetizador especial, lo cual podía colar en la explosión tecnológica musical del momento. Pero faroleaban. La realidad era mucho más prosaica: era simplemente el encendido del aire acondicionado del estudio de grabación (atención al increíble estruendo que hacían aquellos cacharros hacia 1971).
En cualquier caso, les quedó una fantástica canción que contribuyó enormemente a cimentar la creciente fama de los británicos. Y que, aún hoy, dejadme decirlo, suena de cojones.
Los Doobie Brothers son una de las formaciones más celebradas del rock comercial norteamericano de los años setenta, dentro de una calidad fuera de toda duda. Y sus ventas fueron millonarias: todos sus álbumes entre 1973 y 1980 lograron entrar en el Top 10 norteamericano, incluyendo un número uno entre ellos.
Para el público español -y europeo-, seguramente la canción más recordada de su discografía fue este Long Train Runnin', el tren de largo recorrido con el que la banda consolidó su fama internacional tras el éxito previo de Listen To The Music.
También es verdad que su éxito no se debió tan sólo a las ventas de aquel año 73. Dos décadas después obtuvo una serie de versiones y remezclas -una de ellas de los propios Doobie Brothers- que retornaron a la canción a las listas y las emisoras de radio. Entre dichas versiones, en España hizo fortuna la que grabó La Unión... la cual, entre nosotros, no fue de lo mejor que hicieron los madrileños.
Si os fijáis en el clip, veréis algo peculiar en la estructura del grupo. Y es que una de las curiosidades de aquella heterogénea banda era la presencia de dos baterías simultáneamente. No fue la mayor excentricidad: entre sus cambiantes formaciones, llegarían a coincidir momentáneamente hasta ¡cuatro! baterías, algo totalmente inaudito en la historia del rock.
Pero ¿quién dijo que un tren como aquel no debía meter ruido?
Rapidísimo, que mirad qué hora es y pronto tocarán a retreta... de todas maneras, os dejo hoy con uno de los grupos de más éxito del reciente rock alternativo. Sólo os diré que tienen el récord del grupo con el disco de debut más rápidamente vendido de la historia del Reino Unido. En una semana colocaron nada menos que casi 364.000 copias.
El single de hoy, Teddy Picker, -que son los cacharros esos que sirven para timar al personal mediante ganchos que en teoría agarran juguetes varios dentro de una caja- supuso una sátira hacia los métodos arbitrarios actuales de fabricar famosos sin ninguna clase de criterio.Vamos, Gran Hermanos y cosas de esas.
Como apunte final, se notaba que aquí ya tiraban de presupuesto: el clip se lo dirigió nada menos que el hijo de Francis Ford Coppola, Roman, el hemano de la Sophie. Y es que el rock alternativo, a partir de cierto punto, no sólo es guay. También sirve para ganarse la vida. Que se lo digan a éstos, si no.
Muchos de los posts de rock progresivo que subo vienen con una recomendación o un recordatorio vuestro. Y no porque no sea un estilo que no me guste en términos generales, si no porque siempre me sale alguna otra cosa que se me adelanta en la lista.
No es el caso de hoy, que lo tenía de motu proprio en mente desde hace tiempo y, finalmente, ha tenido su Píldora. Cuando se piensa en música italiana -y viendo este blog, casi diríase que es totalmente así- vienen a la cabeza cantantes melódicos, eventuales rockeros... sin embargo, como todo el resto de Europa, también en la bota eclosionaron los grupos de rock progresivo y sinfónico a principios de los setenta.
De todos ellos, el que tuvo mayor éxito de todos, y el que ha acabado más en la memoria de los fans de aquel movimiento, fueron los Premiata Forneria Marconi, PFM para los más allegados. Sus influencias partían claramente de bandas como King Crimson, y cuando uno escucha a los aparentemente muy distintos Triana, no puede evitar encontrar similitudes evidentes en todo lo que no era directamente procedente del flamenco. En otras palabras, los PFM se convirtieron en un grupo arquetípico del sinfonismo eléctrico europeo del momento.
Su primer single, lanzado a finales de 1971, fue este gran Impressioni di setembre, una canción de gran belleza en la que el virtuosismo instrumental se ponía al servicio de la melodía, y no al revés, como a veces solía pasar con algunos temas progresivos. Supuso el pistoletazo de salida a una carrera que apenas dos años después incluso había conseguido tener éxito en los Estados Unidos.
Un último apunte antes de terminar: ¿sabéis de dónde viene su curioso nombre? Por lo visto, uno de sus miembros venía de un grupo llamado Forneria Marconi, nombre que a su vez venía de una famosa panadería de la localidad italiana de Chiari, cerca de Brescia. La discográfica sugirió añadirle el "Premiata" delante para quedar más cool en los ambientes progresivos... y la cosa funcionó de coña. Aunque aún tuvieron que hacer un cambio más en aras del mercado norteamericano. "Premiata Forneria Marconi" era impronunciable en inglés, así que lo acabarían dejando en "PFM".
Y es que hasta el muy elevado rock progresivo tenía su lado superventas, especialmente en aquellos peculiares setentas. Menos mal que la música la siguieron haciendo de coña.
Para los no muy metidos en veredas indies, The Coral pueden sonar un tanto a chino. Sin embargo, estos muchachos, que empezaron apenas siendo unos mocosos (igual que el nene ese del flequillo rubio, pero aquí sin una multinacional detrás que ponga a las chavalas a tono) demostraron una carrera que los han colocado como una de las grandes bandas británicas de la década de los 2000, dignificando en la medida de lo posible la catástrofe musical generalizada en los principales canales musicales.
En realidad, puede decirse que son todo unos veteranos antes de cumplir la treintena. En su haber, en funcionamiento desde 1996 -cuando prácticamente iban aún a la escuela- llevan ya seis álbumes (uno en el número uno) y diecisiete singles, de los que tres entraron en el Top 10. Aunque no se trata de una historia relámpago, desde luego.
El sencillo de hoy fue el tercero de su carrera, como apoyo a su álbum de debut homónimo, editado ya en 2002. Dreaming Of You, un rápido y efectivo tema pop de aires retro, se convirtió en un éxito dentro de los circuitos alernativos... y en los no tanto, al escalar hasta el puesto 13 aquel mismo año.
Fue tal la importancia de aquel lanzamiento, que en seguida las grandes bandas del momento los llamaron para acompañarlos en sus giras: así lo hicieron Blur, Oasis y Supergrass, estos últimos otros que también empezaron en su día apenas con el primer acné. En otras palabras, en seguida contactaron con el grueso del Alto Estado Mayor del antiguo britpop.
Así que si os preguntan, ya sabéis quiénes son los tipos de hoy. Y si ya lo sabíais, pues nada, a recordar un rato. Que aquí hay madera para todo el mundo.
Tal y como avancé ayer, hoy iba a cumplir con mi respuesta a medias a la sugerencia de ese compadre que firmó como "No te digo trigo por no llamarte Rodrigo". Digo a medias porque si bien respondo ciertamente con los Blue Öyster Cult -otra gran ausencia por aquí- no lo hago con el tema sugerido, Burnin' For You.
Efectivamente, Burnin' For You fue uno de los mayores éxitos de la formación de hard rock norteamericana... aunque no puede acercársele en fama al tremendo hit que consiguieron en 1976 con este (Don't Fear) The Reaper.
Su temática iba bien clara desde el mismo título: no temer a la muerte, algo que acaba sucediendo inevitablemente. A pesar del aparente mal rollito que podía suponer, la canción escaló hasta el puesto 14 en Estados Unidos, y hasta el 16 en Gran Bretaña, aquí dos años después.
Tras este éxito, la formación tendría algunos singles con ventas muy notables, pero ninguno conseguiría quedarse en la memoria como el de hoy. Aunque un poco de esta perdurabilidad tuvo que ver con un famoso sketch del programa Saturday Night Liveprotagonizado por Christopher Walken, Will Ferrell... y un cencerro. La música que sonaba era, precisamente, (Don't Fear) The Reaper.
Aprovechando una sugerencia en un comentario reciente, firmado por "no te digo trigo por no llamarte rodrigo" (¡ahí está, macho, ja, ja, ja!) originalmente iba a poner un tema de los Blue Öyster Cult, que no habían salido hasta ahora en el blog. Aunque no iba a ser el sugerido, si no otro un pelín más conocido... con lo que los más avisados ya podéis intuir cual iba a ser en principio la Píldora de hoy.
Sin embargo, resulta que asimismo, Montse me ha pedido que pusiera algo celta, de unos escoceses llamados Capercaillie. Tras árdua búsqueda de la canción en cuestión, que ni yo conocía, ni ella recordaba el título, hemos decidido posponerla hasta su efectiva identificación. Aunque a cambio, se me "sugirió" que siguiera en la línea céltica.
Y eso, en mi casa, supone colgar este The Mummer's Dance de Loreena McKennit, que como todos los que habéis estado cenando alguna vez, forma parte de la banda sonora de acompañamiento de las mismas, sólo superado por los diversos temas de Moby, en general.
Una canción que, sorpresivamente, a pesar de su estilo étnico y poco dado, por lo tanto, a las listas de éxitos, supuso un bombazo inesperado en 1997, entrando en los principales lugares de las diversas listas del Billboard norteamericano. Hasta hoy, ha sido el mayor hit de la canadiense.
Así que nada, chaval, pospongo provisionalmente a los Blue Öyster Cult. Ya sabes, lo del tiro, las carretas, y todo eso.
Si hay una canción de Lou Reed capaz de competir en fama con su paseo por el lado salvaje es, a todas luces, Perfect Day. Con un añadido: si Walk On The Walk Side era un tema casi pegadizo, con sus recordadísimos coros acompañando a toda aquella fauna nocturna neoyorquina, la pieza de hoy es una balada intimista con una sensibilidad excepcional.
En realidad, ambas canciones van totalmente ligadas entre sí, y son dos caras de una misma moneda... y de un mismo single, editado con gran éxito a finales de 1972, como apoyo al hoy mítico álbum Transformer, producido por David Bowie.
Hay que decir que, en aquel momento inicial, Perfect Day pasó un poco más desapercibida que su compañera, al quedar relegada a la cara B (entre nosotros, menudo sencillo). Sin embargo, con el tiempo recuperaría todo su valor. El primer aviso lo dio una versión grabada en 1995 por Duran Duran -ya os he dicho varias veces que la carrera de estos tipos engaña si uno se queda sólo con las portadas ochenteras del Super Pop-, y que subió hasta el puesto 28 en Gran Bretaña.
Pero el gran salto lo dio un año después al incluirse el tema en la banda sonora de Trainspotting, integrada en la célebre escena en la que el protagonista se quedaba out tras un chute de heroína. De hecho, la elección de Perfect Day para esta escena vino dada por la opinión generalizada entre muchos seguidores de Reed de que la canción estaba dedicada a esta droga, consumida habitualmente por el compositor.
Finalmente, el remate lo dio la BBC otro año más tarde, en 1997, al seleccionarlo como tema promocional para una campaña benéfica en la que participaron, además de Lou Reed gentes como Bono, David Bowie, Elton John o Emmylou Harris.
Por fin, tras 25 años, la Píldora de hoy había conseguido su día perfecto.
Hace tiempo reconocí que Robbie Williams, a pesar de su pasado en Take That -grupo prototipo para quinceañeras- se había revelado como un intérprete bastante bueno en su carrera en solitario. Aunque su estilo nunca fue alternativo, ni mucho menos, supo imprimirle una calidad bastante decente a sus temas.
Bajo este prisma, no es sorprendente que atesorara una cantidad espectacular de hits entre finales de los noventa y la mayor parte de la década siguiente. Uno de ellos, y de los más importantes, fue este Feel, de 2002.
Lanzado como primer single de promoción de su álbum Escapology, sonó hasta la saciedad a lo largo y ancho del mundo. Esta balada rápida de aires retro y vagamente soul -su ritmo de piano es francamente pegadizo- alcanzó el número uno en numerosos países, y se quedó a las puertas en casi todos los demás. Como apunte de su éxito, en Canadá "sólo" obtuvo un décimo puesto... pero a cambio, permaneció nada menos que 54 semanas en listas, más de un año. Eso sí: inexplicablemente, el mercado estadounidense fue bastante impermeable a la canción, que se quedó fuera del Billboard. Misterios del pop dignos de Iker Jiménez.
Parece ser que la voz que recoge el single fue la de la primera demo que se grabó. Lo habitual en estos casos es que se hagan varias tomas, cada una mejorando o profundizando más que la anterior, en teoría. Por lo visto, el propio Williams se quedó sorprendido de lo bien que le quedó su primera interpretación, que no superaron las siguientes. Y fue la que se quedó.
Hay que decir que, desde luego, la intuición no le falló.
Sé perfectamente que el de hoy no es uno de los temas más emblemáticos de la carrera de The Cure. No obstante, disfrutó de un gran éxito a finales de 1990, con nada menos que tres semanas al frente de las listas alternativas norteamericanas.
Un éxito que llegó hasta mi radiocassette: por aquellas fechas, Never Enough no podía faltar en ninguna de mis diversas cintas recopilatorias montadas a mano a golpe de doble pletina. Su gran potencia de fuego y aires siniestros, que recogía perfectamente el vídeo promocional, era ideal para vacilar con los colegas a la hora de meter ruido por los pobres altavoces que caían en nuestras manos.
Los propios The Cure grabaron una nueva versión en 2001, esta vez en acústico. Cuando me lo comentó un amigo, lo primero que pensé es que debía de ser un tostón infumable ideal para cargarse una joya eléctrica como aquella. Hasta que lo escuché... y resultó magnífica y nada pusilánime, desde luego. De hecho, junto a la original, os la adjunto también por Goear.
Llegados a este punto, os dejo hasta la próxima, que ya ha empezado el Cuéntame. Y eso va a misa, como ya sabéis.
En 2005, Starsailor estaba en lo más alto de su popularidad. Tras varios singles de éxito, uno de los cuales era el ya pildorero Four To The Floor, se habían consolidado como uno de los nombres más importantes del pop británico de la nueva década.
Aquel mismo año lanzaron el álbum On The Outside, en el que como tantos otros grupos que habían cimentado su fama en un estilo más o menos ligero, quisieron dar un paso hacia una mayor seriedad y potencia. Y su single estrella para este fin fue, precisamente, In The Crossfire.
Si la Guerra del Vietnam está llena de canciones alusivas y muy críticas con la misma, la de Irak de 2003 no tuvo tanta repercusión al respecto, en un negocio discográfico completamente secuestrado por las grandes cadenas políticamente correctas. Una de las excepciones fue el tema de hoy, cuya letra denunciaba la invasión y se metía en la piel de los que recibían los bombardeos aliados, todo ello envuelto en una melodía totalmente emocionante.
Rock político de muy bella factura que estoy seguro de que no os dejará indiferentes. Que lo disfrutéis.
Los Buzzcocks, como vimos en su día, fueron uno de los grupos más importantes del punk inglés por la adaptación que hicieron de este estilo a una forma un tanto más asequible para el gran público. Pues bien, Magazine se creó cuando uno de sus miembros, el cantante Howard Devoto, abandonó a sus compañeros para crear su propia formación.
Por lo tanto, no es de extrañar que, aunque apenas duraron cuatro años como banda, Magazine haya quedado asimismo como una de las grandes formaciones de la primera generación post-punk. De su corta discografía, el tema que más ha quedado en la memoria (y en las listas) es, desde luego, este potente -y de sonido un punto dramático- Shot By Both Sides.
Lanzado como single en enero de 1978, se quedó a las puertas del Top 40. Esto puede parecer bastante modesto, pero sirvió para que su primer álbum, Real Life, tuviera una muy buena acogida.
Como apunte de despedida por hoy, os recomiendo más que otras veces que escuchéis el aplicativo de Goear además de ver el clip, ya que por algún extraño motivo, cortaron la actuación justo en mitad de su magnífico solo de guitarra. Al igual el realizador del programa debía ser más bien fan de los Bee Gees o de Leif Garrett y esto le venía grande...
En este momento estoy viendo (por enésima vez) la estupenda Shrek, así que no es de extrañar la elección de hoy, aunque sólo sea por mero ahorro neuronal de lunes.
En cualquier caso, el tema de hoy, a medio camino entre el rock alternativo y el pop más tontorrón, suponía un magnífico broche a la película de animación con las aventuras del ogro verde... y su impagable burro parlanchín. Sin embargo, su historial cinematográfico era bastante más extenso, si bien siempre dentro de la comedia, como es de suponer.
El single se convirtió en un gran éxito, y escaló hasta el Top 5 tanto en las listas alternativas como en las generales. Así que no era extraña su aparición en Shrek, dos años después. Y, ya puestos, en bastantes más pelis a lo largo de la década, aprovechando su tirón.
Os dejo, que tengo que seguir viendo (otra vez) la tele...