lunes, 31 de marzo de 2014

Les 7 i quart, Blaumut, 2013


Hasta el pasado viernes, Blaumut me eran poco más que una referencia derivada de sus dos temas más conocidos, Bicicletes y Pa amb oli i sal. Debo decir que si no les había prestado más atención era, simple y llanamente, por no haber coincidido más con sus canciones. No se puede estar en todo. 

No obstante, ambas piezas me gustaban lo bastante como para que, cuando llegó la ocasión de dedicarle más tiempo a esta formación, no dudara en hacerlo. Así que el pasado viernes, aprovechando que su actual gira por teatros se detenía en El Vendrell, hice lo que se suele hacer en estos casos: ir al concierto. 

Debo decir que el resultado fue tremendamente satisfactorio desde el principio hasta el final. Además de repasar todos los temas de su -hasta ahora- único álbum, El Turista, añadieron una espectacular versión del Coral·lí de Adrià Puntí (otro monstruo que próximamente os traeré), una adaptación de un poema de Salvador Espriu y un tema inédito, Previsions d'acostament, en una versión en directo simplemente insuperable que estuvo entre lo mejor del concierto: entre nosotros, todavía mejor que la versión de estudio que hace meses que ya circula por la red. Os aseguro que cuando estos tíos arrancan a sonar todos sus instrumentos a la vez subiendo el volumen, uno no se queda indiferente. 

Pero, ¿qué os podéis esperar de este grupo catalán los que aún no lo conocéis? Nada más y nada menos que pop del bueno... hecho casi todo con instrumentación clásica. Efectivamente, los instrumentos que caracterizan a Blaumut no son la guitarra eléctrica o el sintetizador. Violines, violonchelos, guitarra acústica, contrabajo -a veces bajo eléctrico- y batería son su marca sonora. Y, en sus directos, bastante dosis de buen humor, dividido entre su compositor y voz principal, Xavi de la Iglesia, y el violinista-showman Vassil Lambrinov. Por cierto, nunca diríais la capacidad que tiene éste último de sacarle melodía a un serrucho. 

De todo el disco, tal vez me quedo con este Les 7 i quart, tema con el que abrían el concierto de manera rotunda. Fue lanzado como sencillo en el otoño de 2013 y resume perfectamente la elegancia melódica y la fuerza de su peculiar instrumentación. Espero que os guste como a mí. 




Hasta la próxima. 

domingo, 23 de marzo de 2014

Hey Jude, Wilson Pickett, 1968


Últimamente, corren por Facebook diversas variantes de un juego que consiste, con pocas diferencias, en que alguien cuelga una canción, una imagen de un cuadro, o cualquier otra cosa más o menos conocida. Una vez publicada, todos los que pongan "me gusta" en la misma, reciben el encargo de colgar otra canción -o cuadro, o lo que toque-, eso sí, con alguna condición. Por poner el ejemplo que ha conducido a la Píldora de hoy, si un servidor ponía un "me gusta" a la canción que había colgado la persona que proponía el juego, debía de colgar en respuesta otra canción con la condición de que empezara su artista con la letra "W". Y aquí está, en la mejor forma que sé, que es Píldora mediante. 

Artistas y grupos que empiecen por "W", hay para dar y vender. En el blog, sin ir más lejos, tenemos unos cuantos. Pero, casi sin pensarlo, se me vino a la cabeza el tremendo Wilson Pickett, el héroe de las mil danzas, cuya voz está entre las más potentes de la música soul, que ya es decir. 

Y lo hago con la que considero que es la mejor versión de cuántas se han hecho del Hey Jude de los Beatles más allá de la original, que también es decir. Lanzado en 1968, apenas un trimestre después de que lo hicieran los de Liverpool, se convirtió en todo un éxito al instante, en parte gracias al vozarrón de Pickett, y en parte por la genial guitarra de Duane Allman que marca todo el tramo final de la canción. Su audio lo tenéis a través de Grooveshark. 

Como pequeña delicatessen encontrada por ahí, os dejo como clip la espectacular interpretación que hizo junto a Tom Jones, en la cual es difícil discernir quién de los dos desplegaba mayor poderío vocal. También hay otra actuación que hizo años después el propio Pickett junto a los Bee Gees, pero vamos, no hay color. Quien la quiera escuchar, es fácil de encontrar en Youtube. 

Y espero que te guste, Roser. Mission accompli




Hasta la próxima. 

lunes, 17 de marzo de 2014

Urban Guerrilla, Hawkwind, 1973


Que el mundo está convulso, no cabe duda. Que las plazas de decenas de ciudades de todo el planeta están ocupadas por ciudadanos que se reivindican a sí mismos, a veces sentados, a veces a hostia limpia, es evidente. Pero este ambiente sólo nos dice que este tiempo no es bueno, no que cualquiera pasado fue mejor. 

A finales de los años sesenta y principios de los setenta se dio algo parecido, tal vez con la única diferencia de que aquellas luchas eran a menudo ofensivas y las de ahora, meramente defensivas en lo que respecta a la posesión de derechos, especialmente en Occidente. Pero los disturbios lo eran igualmente, desde luego. Si no, ¿cómo puede titularse una canción del muy progresista año de 1973 nada menos que Urban Guerrilla?

Sus artífices tampoco eran una banda que dejasen indiferente a nadie. Para empezar, su fama de pasadísimos de vueltas la corroboraban sus letras ultrapsicodélicas, su manifiesto consumo de drogas y sus conciertos... auténticas performances donde uno de los platos no menores era su bailarina Stacia, que acostumbraba a acabar como Dios la trajo al mundo. Y con una anatomía que no dejaba indiferente, por cierto: su altura (casi 1,90) no era lo único enorme de la muchacha.

Pero por encima de todos aquellos majaras, había uno que destacaba más: su bajista, Ian "Lemmy" Kilmister, auténtico artífice de la parte más dura de su sonido.  Imagináos cómo sería el tipo que sus propios compañeros acabarían invitándolo a abandonar la formación. Tampoco es que le fuera al final nada mal. Fundaría Motörhead -nombre derivado de una canción de Hawkwind, por cierto- y sería uno de los mayores artífices de la renovación del heavy metal de los ochenta.  

Urban Guerrilla también estuvo rodeada de polémica. Aunque fue escrita como sátira precisamente de los líderes de las distintas revueltas de la época, tuvo una increíble mala suerte. Apenas había empezado a entrar en listas, el IRA inició una campaña de atentados que provocó que la timorata BBC se negara a emitir la canción. Pero la cosa fue más allá todavía, ya que el grupo se vio presionado para retirar el single, lo cual acabó haciendo semanas después de su lanzamiento. En una particular versión del síndrome de Estocolmo, tiempo después los diferentes miembros del grupo renegaron de la canción en mayor o menor grado. Todos, menos uno.

Naturalmente, este uno era el inefable Lemmy Kilmister. 

Os dejo ya con este temazo. Y para los caballeros (para qué engañaros) con el particular arte de la enorme señorita Stacia en el escenario.  




Hasta la próxima.