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martes, 12 de febrero de 2013

So Long, ABBA, 1974


Normalmente, las despedidas son tristes. Normalmente. Otras, por el contrario, merecen toda la fiesta que uno se pueda imaginar. Por ejemplo, una buena parte de la generación de mis padres -servidor tenía apenas catorce meses- celebró todo lo que pudo aquello que los cursis del régimen llamaban "el hecho biológico inevitable" de Franco. Vamos, que la espichaba. 

En el caso que nos trae hoy, la cosa no es tan tremenda, pero igualmente merece un poco de jaraneo. Y es que, como ayer apuntaba, el ínclito Benedicto XVI, haciendo gala de todo su germanismo y de su nula españolidad, dimitía de su puesto como regente de Dios en la Tierra. Para que luego digan que un ministrillo (o ministrilla) cualquiera no tiene por qué dimitir.

La verdad es que, más allá de que un señor de 85 años que apenas puede andar es difícilmente imaginable administrando los votos del Altísimo con la vehemencia que el proselitismo cristiano requiere, la alegría viene dada por ver si de alguna manera se pone fin a un periodo plagado de escándalos, corrupción (de la de pasta pero también de la de menores) y rancia visión del mundo que no ha hecho otra cosa que mermar de fervor a muchos seguidores de San Pedro.

En 1978, el genial Forges plasmó en una divertidísima y polémica viñeta la elección de Juan Pablo II. Y es que dibujó al Espíritu Santo en forma de blanca paloma yendo a un oftalmólogo, dando a entender que tenía más bien corta la vista en la elección del pontífice: como todos sabéis ésta no se debe a intrigas vaticanas (mal pensados), si no a la inspiración que otorga dicho Espíritu. Pues bien, parece que con los años aquella revisión óptica no tuvo demasiado efecto, vistos los resultados. 

En cualquier caso, Benedicto se va y Ratzinger promete meterse en un monasterio de clausura. Así que qué mejor que dedicarle a todo ello una despedida fiestera y, por qué no, un poco macarrilla-hortera. Esto último corre ya por cuenta de esta casa.

So long!




Hasta la próxima.

sábado, 13 de octubre de 2012

Gimme! Gimme! Gimme!, (A Man After Midnight) Abba, 1979


Por alguna evidente madonniana razón, a los que tengáis menos edad el tema de hoy os recordará a un sperdiscotequero hit de 2005... básicamente en lo que respecta a su machacón -y magnífico- riff orquestado.

Sin embargo, en cuanto se tienen alrededor de cuarenta, o de ahí para arriba, el punto de vista cambia enormemente. Y es que si para 1979 Abba era ya uno de los supergrupos con diferencia del panorama musical pop, cuando lanzaron Gimme! Gimme! Gimme! entraron definitivamente en el olimpo de la década. 

Naturalmente, al igual que tantos otros singles anteriores de los suecos, la canción protagonista de nuestra Píldora alcanzó el número uno en medio mundo, y se quedó a las puertas en el otro medio. Musicalmente también había supuesto un salto de estilo: el pop setentero que se habían marcado hasta poco tiempo antes había sido sustituido por un brillante euro disco a golpe de sintetizador en lo que iba a ser la inminente marca de la nueva década de los ochenta. 

Como nota aparte, Abba editó una versión en castellano de Gimme! Gimme! Gimme!, al igual que había hecho con temas anteriores. Sin embargo, esta versión, particularmente destinada al mercado hispano, no tuvo tanta repercusión en España -que aún tatareaba su Chiquitita-, donde sonó mucho la edición original en inglés. 

La misma que podéis escuchar a continuación en la que, en el fondo, no es si no una magnífica canción para bailar un sábado noche. Y es que anda que no es lista Madonna





Hasta la próxima.

jueves, 22 de diciembre de 2011

The Winner Takes It All, Abba, 1980

Ayer, junto a Mercè -la que veis en bastantes comentarios por aquí- asistí a un evento bastante peculiar, por lo menos para mí. Como fuera que le apetecía ir, y en su hogar no podía reclutar a nadie, recurrió a un valor seguro para meterse en saraos peculiares, que es quien escribe. Así pues, ayer por la tarde, estuvimos en una subasta. Sí, de esas como las que salen en las películas, llenas de cuadros, gente rancia y una persona con un mazo de madera pegándole a un tarugo cada vez que pasaba de trasto subastado. Por supuesto, la visitamos como meros turistas observadores, que no está el horno para gilipolleces.

Dicho así, sale a traslucir el individuo poco sofisticado que en muchas ocasiones suelo ser, pero es que aquello era -y me darás la razón, Mercè- un tostón de superlativa magnitud. Uno, en su desconocimiento de esos lugares, se imagina a dos o tres tipos envarados y con naftalina hasta en las orejas pujando cifras astronómicas por obras de arte de aparente incalculable valor. 

Pues bien, casi nada de lo anterior, al menos ayer, concordaba con esa imagen, os lo aseguro. Para empezar, cuando llegabas, te encontrabas en una sala llena de gente que, al menos, tenía la decencia de cumplir con las expectativas de ranciedad en bastantes casos. Y ahí acababa toda similitud con lo preconcebido. Según comentaba Mercè, que ella sí que entiende de arte tela, y aún tela y media, el grueso de lo que allí se subastaba era de un valor más bien mediocre. Y sus precios de salida también eran mucho (pero mucho) más modestos de lo que os podáis imaginar. Nada de miles de millones en un cuadro. Los había hasta de 200 euros, vamos, una birria. 

Y las pujas. Menudo aburrimiento, ladrillo y tostón. Ni rastro de audaces millonarios sacando la pasta para comprar un jarrón Ming o un Velázquez. A lo sumo, de vez en cuando -muchos objetos se quedaban sin colocar- dos o tres pujillas (a menudo por teléfono) por dibujos o cuadros de poco valor, con subidas en cada caso de apenas 50 euretes. Glamour a tope. Por lo visto, la crisis también ha llegado hasta estos extremos. Como nota aparte, os diré que no vi cava en la mesa de bebidas, pero sí Coca Cola. Toma ya, y eso que era una casa de subastas de cierto renombre.

Así que tras un rato, optamos por retirarnos de allí, antes de que se nos escapara -particularmente a mí- un sonorísimo bostezo tras haber recorrido visualmente el catálogo de objetos unas 57 veces. En definitiva, salimos bastante desilusionados de allí tras la asistencia. Pero buena parte de la culpa era nuestra o cuanto menos, mía: es lo que tiene ir por la vida con demasiadas expectativas.

PS: The Winner Takes It All, enésimo número uno de Abba, como supondréis, no trataba de ninguna subasta ni de nada por el estilo. Pero el título recoge bien lo que pensaba que sería aquello antes de llegar. Como intuiréis, en la historia de la música de todos los tiempos, las pujas de subastas no han sido temas recurrentes para las canciones, y las pocas que hay ni matan demasiado ni mucho menos tienen grandes clips al efecto. Así que, en mis obvias limitaciones, esto es lo mejor que os propongo. Que al menos disfrutéis con la música.



Letra de la Píldora.

Hasta la próxima.

sábado, 4 de junio de 2011

Dancing Queen, ABBA, 1976


Compañía, acabo de llegar de una de las tardes-noches más intensas que recuerdo en mucho tiempo, de esas que dejan cuerpo y mente casi exhaustos pero que uno considera que merecen la pena si la causa lo vale, una causa basada en la mejora de un modelo de grupo más participativo y más dinámico. 

Así que seré (intentaré ser) brevísimo, antes de marchar a escape a dormir. Eso sí, os dejo con una de las canciones más célebres de toda la década de los setenta. Dancing Queen, por supuesto, no requiere de mayores presentaciones. Lanzada en el verano de 1976, se convirtió en uno de los mayores hits de toda la carrera de ABBA, incluyendo un número uno en Estados Unidos. 

Posiblemente os llame la atención el curioso vídeo que tenéis más abajo. Corresponde a la fiesta previa a la boda del rey sueco Carlos XVI Gustavo (por cierto, descendiente directo del republicanísimo mariscal francés napoleónico Bernadotte, el mismo que llevaba tatuado en su brazo "muerte a los reyes"). Si os fijáis, todos en la fiesta van ataviados a la moda del siglo XVIII, salvo los dos maromos del grupo, cuyos ropajes son digamos que inclasificables. Tremendo.

¿Quién dijo que los suecos no son unos tipos divertidos... a su manera?

Dancing Queen (por Goear)



Letra de la Píldora.

Hasta la próxima.

jueves, 29 de julio de 2010

S.O.S., Abba, 1975


Hace un rato, recién llegado de la ya reglamentaria y pronto tradicional clase de spinning -hoy el repertorio había bajado un poco de nivel, aunque tuvo algún momento tremendo- me explicaban una historia que, aclarado en los primeros momentos que había acabado bien físicamente para los protagonistas, tenía su gracia.

Para los que no sepáis qué es un patí català, se trata de una especie de catamarán de manejo algo complicado, ya que... no tiene timón. Por lo tanto, se debe orientar mediante la distribución del peso de su tripulación en la embarcación. Así pues, se requiere de bastante pericia y de una imprescindible formación para hacerlo mover. Servidor, que rema en el mar, pero que tiene apenas unas pocas clases de raquero (una embarcación para instrucción básica) y de láser en vela ligera, nunca se atrevería a mover un trasto como ese sin ayuda y formación. Por desgracia, el verano y la testosterona hacen que algunos no tengan tanta prudencia. Cosas de la playa y de los bañadores ajustados, que acaban afectando al riego.

Según parece, hoy, un tipo, acompañado de su pareja o ligue -que a saber- sacó una de estas embarcaciones desde la playa. No había mala mar, así que era un buen momento para salir. Todo fue bien... hasta que a apenas 50 metros aguas adentro -una distancia muy corta-, de repente, el trasto volcó. Al final, tras el susto y varios intentos de los incidentados por recuperar la situación, hasta la Cruz Roja tuvo que ir a sacarlos de allí, barco incluido...

La cosa no tendría más, y no pasaría de un mero infortunio -insisto, con final feliz, por eso le dedico estas líneas- si no fuera porque, por lo visto (en un pueblo todo se acaba sabiendo...) el individuo tenía casi nula experiencia al frente de estos catamaranes. Esto, no obstante, no fue inconveniente para querer mostrarse heredero del mismísimo Cristóbal Colón, Almirante de la Mar Océana, y no le impidió montarse un número de vacile ante la fémina. Algo que está bien y que es inofensivo en un karaoke o una pista de baile, pero que en el mar y con un trasto como ese, requiere de más respeto y conocimiento que presunción.

Consecuencia: tras el susto y el aparatoso final de tamaña expedición náutica, ahí tenéis a todo quisque en la playa pendiente del rescate para mayor oprobio del intrépido y sobrado navegante al llegar a tierra. Como no tengo por menos que sonreir ante el desenlace de tamaño caso de justicia poética derivado de la falta de respeto por la mar, aquí dejo dedicado este clásico de Abba de 1975, uno de mis preferidos de la banda sueca. Y que espero que, si alguna vez me lo tienen que dedicar a mí (¡que espero que no!), no sea por tonto.

Abba – S.O.S. (por Spotify)



Letra de la Píldora.

Hasta la próxima.

martes, 22 de septiembre de 2009

Waterloo, Abba, 1974

¡Ja! ¡Eurovisión! ¡Pues sí señor! Me refiero exactamente a ese Festival que en los últimos años se ha convertido en una procesión de frikis y, en lo que respecta a España, una colección de cantantes semidesconocidos y pusilánimes, eso si obviamos tanto triunfitos como al jashondo Chikilicuatre.

Pues bien, hubo un tiempo donde los diferentes países enviaban artistas de calidad con temas pensados para ganar no sólo el festival, sinó la memoria popular. Por él pasaron cantantes como Céline Dion y compositores como Serge Gainsbourg. España llegó a mandar a sus pesos pesados del momento como, por ejemplo, Raphael (1967), Julio Iglesias (1970) o Mocedades (1973). Y lo ganó dos veces, en 1968 (Massiel) y 1969 (Salomé).

Sin embargo, si hubiera que decir un nombre asociado para siempre al Festival, sería, sin lugar a dudas, el de Abba. Estos cuatro suecos, que formaban dos matrimonios (Benny Anderson estaba emparejado con Anni-Frid Lyngstad y Björn Ulvaeus con Agneta Fältskog) ganaron la edición de 1974 -gran año- con un tema arrollador, facilón y pegadizo: Waterloo, la Píldora de hoy.

La letra no deja de tener un toque curioso. Habla de como una chica tiene que rendir su amor de la misma forma que... ¡Napoleón tuvo que rendirse en la batalla de Waterloo! Hay que tener imaginación, ciertamente. Con referencia histórica o sin ella, el tema alcanzó el número 1 en doce países, incluyendo al Reino Unido y a España, y el Top 10 en ocho más, entre los que estaban los Estados Unidos. Además, supuso el inicio de una carrera que se jalonaría de enormes éxitos (¿Píldoras?) hasta entrados los años ochenta.

Abba – Waterloo (por Spotify)

Aquí os dejo el no menos curioso videoclip que lanzó a la canción. Lo preferí al archivisionado momento en que ganaron el Festival... eso os lo dejo buscar a vosotros mismos en el Youtube.




Hasta la próxima.