¡De vacaciones!¡Os dije que llegarían! Y, además, a punto de salir por ahí a tomar unas bravas, si los forofos futboleros han dejado algún hueco libre en su éxtasis místico-religioso. Por si acaso, será mejor marchar ya, no sea que acabe a las once y media vagabundeando en busca de una cervecita cabreado como una mona y maldiciendo el blanco, el azul y el granate a partes iguales.
Pero no sin antes dejaros un puntazo de canción, Woman, hit total en 2005, de la mano de los australianos Wolfmother. Huelga decir que si su sonido os recuerda al de los primeros Deep Purple -cuando se convirtieron al rock duro- o al de los Black Sabbath más o menos del mismo tiempo, que no os extrañe. Es normal. En mi caso, la primera vez que lo escuché cuando salió me pareció resucitar a aquel Paranoid con el que abrieron fuego los muchachos de Ozzy Osbourne. Así que incorporé la canción a mis activos musicales.
Que os guste. Yo voy a probar suerte por esos bares de Dios. Y del fútbol, me temo.
Seguir los siempre truculentos y excesivos sucesos de los noticieros da normalmente grima -en parte por el detestable peso que los editores les dan, según el cual, este país estaría al borde del colapso civil- pero últimamente, un poco más que de costumbre. Desde hace varios días, las noticias sobre maltratos y sobre mujeres víctimas de sus parejas (por llamarlas así) o ex parejas se han multiplicado. No creo que se trate sólo de la imbecilidad morbosa de los editores, no esta vez.
Vivimos tiempos difíciles, todos, incluido quien escribe, por supuesto. Sin embargo, hasta en la dificultad hay niveles. Para algunas mujeres, estos niveles serían equiparables al del noveno y último del infierno de Dante. O a todos juntos.
Con frecuencia, se suele escuchar que se trata de un problema que afecta sobre todo a extranjeros. Personalmente, estoy convencido de que en nada depende de color, credo o pasaporte. En todo caso, como mucho, depende de los colores (de la falta de ellos) que van del gris de cinco euros al lila de quinientos; del credo que nos leyó el notario cuando creímos obtener la casa por regalo, o de ese pasaporte con forma de Visa o Mastercard.
Una cosa sí que quiero dejar clara, que creo que ya mencioné en alguna Píldora anterior aunque de forma menos directa. Hoy cargaré más las tintas. El maltratador es la parte débil de la pareja. Es el que necesita a alguien dubitativo a su lado para poder creer que es algo más que un mero hijo de puta fracasado. Lo bueno que tienen estos débiles es que es muy sencillo pararles los pies. Cualquier manifestación abierta en su contra, cualquier enfrentamiento donde interprete que no es más que el desgraciado que realmente es, acabará con él. Sólo es necesario hacer acopio de valor, con ayuda si es menester, y será historia.
Por cierto, el tema, lanzado en 1996 por la sueca Neneh Cherry, iba incluido en su tercer LP Man. Se convirtió en todo un éxito mundial, y llegó a alcanzar el puesto número 9 en el Reino Unido. Y no os dejéis engañar por el vídeo: el maltratador siempre pierde...