Posiblemente, estos son malos tiempos para los que menos tienen. Malos tiempos para los que van por libre. Malos tiempos para los que creen en un mundo más justo y mejor.
Pero -y disculpadme el topicazo- nunca fue más cierto que durante la pasada Nochebuena, en la que falleció el inimitable Germán Coppini, que corrieron malos tiempos para la lírica.
Apenas le quedan pocas horas para acabar este 21 de
diciembre, y parece que el mundo se resiste a llegar a su final de manera
inminente. Supongo que prefiere hacerlo poco a poco, a fuego lento, a tenor de
lo que se ve en la tele y en los periódicos.
De hecho, el único desastre que he contemplado hoy ha sido
cuando esta mañana la Renfe ha batido todos sus récords recientes en
impuntualidad. Pero claro, esto no es motivo suficiente como para anunciar el
final de los tiempos, a lo sumo para inflar los cojones un poco más de buen
amanecer. De momento, ni siquiera he visto a ningún grupo de iluminados en plan
“Hermanos de los Últimos Días del Advenimiento Ferroviario”, cuyo apocalipsis
iría seguido de un paraíso ideal en el que los trenes de Renfe siempre serían
puntuales (por cierto, sería bonito, ¿no?).
Por lo demás, en mis 38 años de devenir mundano creo que he
pasado por ocho o nueve finales del mundo, así en corto. A veces parece que la
gente, de puro aburrimiento, tenga ganas de ver un espectáculo de meteoritos,
inundaciones, lluvia de ranas o canciones de Justin Bieber, por citar algunos heraldos
infaustos de la Hecatombe Universal. Como
si no tuviera bastante con el día a día.
En fin, que no se acabará el mundo hoy, como todos
preveíamos en el fondo a juzgar por tanto chiste y chascarrillo… y tan pocas
ganas visibles de meterse en desenfrenos alegres varios de última hora, ya me
entendéis. O se acaba el mundo en condiciones, o no se acaba.
Además, para acabar, tampoco veo viable la elección de la
fecha. Sería una putada para el que tuviera el número ganador del Sorteo de
Navidad de mañana. Y eso, en este país, es suficiente como para detener hasta a
las Siete Plagas Bíblicas. Los mayas tendrían que haberlo sabido antes de
tirarse el pegote del calendario.
Tenéis delante a uno de los himnos más surrealistas de toda la Movida madrileña. Pero no podía ser de otra manera procediendo de una formación en este sentido tan inclasificable como Derribos Arias.
Mucho más que otros grupos, los Derribos Arias eran obra de su factótum, el cantante Poch. Su propio nombre ya era en sí una declaración casi dadaísta: en realidad, se llamaba Ignacio Gasca, pero su propensión a la mala salud acabó colocándole tan peculiar y "pocho" sobrenombre.
Curiosamente, el tipo con tanta tendencia a caer enfermo iba para médico, y de los buenos, pero al parecer, la música le tiraba aún más, así que abandonó la carrera para acabar a golpe de notas. Y a fe que durante unos años estuvo en medio del ajo: antes de montar los Derribos había estado nada menos que en los Ejecutivos Agresivos, formación con bastante éxito de la que, además, salió otro monstruo de la época, Jaime Urrutia, para montar los Gabinete Caligari.
No se puede decir que Poch tuviera una voz precisamente privilegiada, pero su carisma surrealista -el final de la conversación con Àngel Casas en el clip es de nota- y su creatividad hacían el resto. Branquias bajo el agua, incluida en su primer EP, terminó siendo su pieza más emblemática y aunque nunca llegó a ser en realidad "el baile de actualidad" sí que, durante unos meses, contribuyó notablemente a la transformación del bullicioso pop español de los ochenta.
A veces no sé si el márketing va por delante de la tecnología, o es al revés. O si, simplemente, hay casualidades y fortunios diversos. Por lo general, cuando se trata de dinero -no digamos ya si es mucho- esta última posibilidad suele ser como una ecuación matemática donde el factor "azar" tiende a cero.
Es el caso de la noticia fulminante y ¿filtrada? de una próxima reunión de los Mecano. Teniendo en cuenta el hecho de que, gusten o no, fue uno de los grupos con más éxito no sólo ya en España y en Latinoamérica, si no también en buena parte de Europa a lo largo de los años ochenta, el follón montado ha sido tal que en unas pocas horas Mecano se ha convertido en eso que los modernillos llaman ahora "trending topic". Vamos, la comidilla de todo quisque, pero en versión Internet.
Según parece, el responsable de todo el desaguisado (si llamarlo así es realmente lo más adecuado con tal caja registradora a punto de echar humo detrás) ha sido el periodista José Antonio Abellán, pretérito presentador de los 40 principales hoy en día en ABC Punto Radio. Por cierto, aquí me permito una pequeña mala intención: ¿os acordáis cuando apuntamos hace tiempo un dato de la revista Rolling Stone según la cual los políticos españoles conservadores preferían a... Mecano? Cierto, cierto, pura casualidad, ahora sí, pero no me digáis que la noticia no ha ido a saltar en los oídos más dispuestos y adecuados...
Así que, vistos los antecedentes, como hacía bastante que no publicaba nada del grupo madrileño, desde aquel gran single que era Japón, pensé que era una buena idea rescatarlos. Y con otro de los singles que más me gustaba escuchar de chaval, por bien que no acababa entonces de entender su letra: en mi ingenua mente novelesca de nueve años no pasaba de ser una historia de ciencia ficción con aquel estribillo.
Con el tiempo, no demasiado, se me hizo evidente que trataba de algo muy diferente, ni más ni menos que de la ruina personal que provocaba el consumo de drogas (por lo visto, originalmente se iba a titular "El yonqui"), que hacía estragos entre la juventud del momento, la de mi barrio incluido.
Y sin más preámbulos, os dejo ya con mi pequeña aportación al trending topic ese de los cojones. Pasadlo bien... pero no voléis a Venus en un barco. No hace falta.
Para celebrar las 800 Píldoras a las que hemos llegado poco a poco y en fila de a una, he pensado dejar caer uno de los temas estrella de la Movida madrileña... en su vertiente más punk. Un rescate que, por un momento, además, sirve para recordar que el mundo de hace 28 años (en el fondo, casi nada) no tenía prácticamente nada que ver con el de hoy.
Para empezar, lo de la URSS. ¿Os acordáis de aquellas noticias del Pacto de Varsovia ilustradas con desfiles interminables de tanques y misiles bajo la estrella roja? ¿Y de los cruces varios entre Reagan y la retahíla de matusalenes soviéticos más preocupados en no dejar este mundo que en gobernarlo? De ello nada queda y, sin embargo, todos dependíamos de que aquellos fulanos se entendieran más o menos.
Así que no era extraño que la música se ocupara de aquel mundo. Por aquí ya han venido varias Píldoras sobre el tema (se me ocurren ahora a bote pronto las famosísimas 99 Luftballons y Walls Come Tumbling Down, de Nena y The Style Council, respectivamente), pero ninguna tan nihilista y pasota como ésta. Desde luego, la letra no tiene desperdicio, pero al fin y al cabo, razón no le faltaba: ¿para qué darle más vueltas a la cosa si en última instancia no molaba ni el Pacto de Varsovia ni el Tratado de la NATO?
Cambiando el tercio, quisiera dejar un apunte que me ha llamado la atención por lo inesperado. Los que véis en el clip son unos punkies de pro, con todos los matices posibles. Así que uno podría esperar que, con los años, acabaron como muchos otros, esto es, poco menos que como el rosario de la aurora. Sin embargo, obervando los comentarios que los espontáneos dejaron en la página de Youtube donde capturé el vídeo me encontré la siguiente fina y concienzuda reflexión, en referencia a Víctor Vázquez, el cantante del efímero grupo madrileño:
"es victor nuestro profesor de ingles aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa sigue igual de feo xd xd x d x d x d x d x d x d x d x d dx d x d x d x d xd xc"
Bien, el anterior análisis emitido por tamaño ilustrado es la prueba de que entre los punkies había mucho más de lo que nos hacían ver los telediarios y que con los años no les fue a todos tan mal. Y también que la muchachada de ahora no tiene ningún respeto por las cosas, empezando por la buena música y acabando por la sintaxis: me temo que ahora sí que nos vamos a pique, y no con los antiguos abanderados del "no future". Coño.
A quién le importa es, seguramente, el tema más recordado de toda la carrera de Alaska, lo que ya es decir entre tanto hit. A pesar de que es considerado todo un himno gay, creo que desde su lanzamiento no ha habido fiesta o sarao de todo tipo, fiestas patronales incluídas, que no haya contado con este tema en su batería de canciones para animar el cotarro.
Y como uno, en el fondo, es un amante de las buenas costumbres y tradiciones, aquí os lo dejo para que podáis enchufarlo a gusto en caso de que aún no lo hayáis escuchado este verano. De nada.
Hoy seré muy breve ya que, por la hora que podéis atestiguar, estas líneas serán lo último consciente que haga antes de ir a dormir, cepillo de dientes mediante. Pero os dejo con una de las canciones de Radio Futura que más me gustan.
Y es de las que más me gustan por dos motivos. Uno, porque es una versión de la fantástica y oscura Ballrooms Of Mars de los T.Rex. Y dos, porque encima, con aquel toque reggae que le dieron los muchachos de Juan Perro, consiguieron una de esas extrañas ocasiones en las que no es fácil discernir cuál de las dos versiones, muy distintas entre sí, es mejor.
Por cierto, por si tenéis curiosidad por saber quién era la Divina de la canción, sólo os diré que era de origen mejicano, muy bajita, muy moderna, muy muy jovencita por entonces... y que se hacía acompañar por unos tipos denominados Los Pegamoides. ¿Quién sería?
A toda prisa, antes de marchar a un compromiso, os he querido dejar otro de los himnos del pop español de todos los tiempos. Si hay una canción que se disputa con la Chica de Ayer el título de emblema de la movida, esa es Déjame, de Los Secretos.
Además, Déjame tiene el añadido de que su grupo puede atribuirse el chispazo de ignición de aquel fenómeno musical y cultural de la villa y corte. Formalmente, se considera que el punto de inicio de la Movida fue un concierto dado a principios de 1980 en la Escuela de Ingenieros de Caminos de Madrid en honor a la muerte de José Enrique Cano, conocido como Canito, batería de un grupo llamado Tos.
Pues bien, tras la muerte de Canito, aquel grupo cambió su nombre por el de Los Secretos. Y aquel mismo 1980, ya bajo el nuevo nombre, lanzarían un EP en el que el tema estrella, Déjame, iba a acabar siendo tan recordado como su autor, el brillante y malogrado Enrique Urquijo.
Por cierto, cuando veáis el clip, a los más veteranos les vendrá un flash de esos que recuerdan que los años pasan, y a toda pastilla... ¿a que ya no os acordábais de Aplauso, aquellos sábados por la tarde?
Últimamente, parece haber toda una fiebre "zombie" en el cine y, sobre todo, en la literatura. Dentro de ésta última, hay novelas más convencionales de ciencia-ficción y de terror, pero la tendencia parece ser que va más hacia la extravagancia y el argumento absolutamente friki, por y para ídems.
Así, una vez recibido con curiosidad un libro como Guerra Mundial Z: una historia oral de la guerra zombi, me quedé patidifuso al ver en los estantes una versión en plan muertos vivientes de Orgullo y Prejuicio, el clásico romántico de Jane Austen. El título, súper original: "Orgullo y prejuicio zombies". Para haberse matado.
Y cuando ya creí que la cosa no podía ir a más, resulta que me cuentan unos amigos que se acaba de publicar un libro con el siguiente título: "Lazarillo Z". Efectivamente, amigos, se trata de una especie de adaptación del mejor libro de picaresca escrito en clave... zombie.
Supongo que lo siguiente será "Los Miserables Zombies", "Zombie Karenina" o "Don Quijote de la Z". Total, ya no vendrá de aquí.
Como uno, a pesar de tener el sentido friki desarrollado, se mantiene dentro de unos límites racionales concebibles según los estándares humanos, ha preferido sumarse a esta moda con algo más corriente. Así que os dejo hoy con todo este clásico de la movida madrileña, cuyos responsables, a pesar del nombre, tenían bastante buen aspecto exterior. Al menos, parecían relativamente saludables...
Antes de nada, los frikis de la peli de George Lucas abandonad toda esperanza, este post no está dedicado a ellos.
En cuanto a los demás, imaginad una canción cuyos versos dicen, entre otras lindezas, "los MacDonalds están de vacas flacas/ ha vencido la tortilla de patatas". Pues ese es el espíritu de la Píldora de hoy, una de las mayores majaradas musicales del pop español de los ochenta, guasona, irreverente y, en cierto modo, provocadora.
El grupo responsable de esto son Los Nikis, una de las formaciones que aparecieron a principios de la Movida, intentando adaptar a la idiosincrasia de aquí el espíritu de los Ramones. Sus temas tenían letras surrealistas y divertidas, con una enorme carga irónica, tanta que, a veces, los menos espabilados podían perderse...
El tema de hoy no creo que sea el preferido por Carod-Rovira, no por ideología, sinó por falta de sentido del humor, seguramente. Plantea la añoranza de la España imperial... básicamente para mofarse de ella. El eslogan final, "seremos de nuevo un imperio", ha llegado a interpretarse por algunos como un mensaje de tipo ultra. Ciertamente, estos "algunos" no entendieron nunca nada...
...o no vieron el vídeo, que por cierto, se emitió en el mítico programa La Bola de Cristal, un foco de ultras, como todo el mundo sabe. En el clip, un bailongo pero desesperado Felipe II reivindica la vuelta a los tiempos donde "no se ponía el Sol", acompañado por personajes de la España del XVI, de la época de Curro Jiménez y... del manicomio (actualmente, hospitales psiquiátricos). Por cierto, tal vez reconozcáis a algunos jugadores de la selección de baloncesto de la época de Díaz-Miguel. Cómo pasan los años, ahora que lo pienso.
Tras veintitantas entradas de pop y rock en inglés (la de Serrat fue un caso emocionalmente aparte), es el momento de abrir de forma estable el mercado Made In Spain y de elaborar Píldoras de fabricación autóctona.
¡Y qué dificultad para escoger! La historia del pop y del rock en español tiene ya medio siglo, y a lo largo del mismo ha ido creando temas que en nada tienen que envidiar a los hechos en el potente mundo musical anglosajón. Con los años, incluso ha llegado a crear un estilo propio, más allá de las primeras adaptaciones de sonidos foráneos al castellano.
Finalmente, escogí este magnífico tema de Radio Futura, La Estatua del Jardín Botánico. Con él , en 1982 la banda comenzó su carrera profesional, tras el impacto casi amateur de la irónica Enamorado de la Moda Juvenil. En aquel año, en pleno apogeo de la Movida, yo tenía apenas unos ocho años, y recuerdo que cuando sonó la Píldora de hoy en la radio, me quedé enganchado (como si fuera ayer, recuerdo extrañado aquel curioso estribillo, "soy metálico, en el Jardín Botánico"). Y más de un cuarto de siglo después (!) me sigue pasando si me lo encuentro en el dial.
El tema se convirtió rápidamente en un éxito y acabó de consagrar como grupo de moda a Radio Futura. Sin embargo, a medida que avanzaron los ochenta, sus posteriores discos causaron un impacto todavía mayor, hasta convertir a la banda de Santiago Auserón -Juan Perro- en todo un referente obligado no ya de la década, sinó de la historia del Pop en español.