Yes Sir, I Can Boogie es a la música disco lo que el destape a la Transición española. Una mezcla de sensualidad e ingenuidad envuelta en imágenes pasadas por entelados o neblinas para dar un poco de ambiente a la cosa. No me digáis que no es fácil imaginarse a Alfredo Landa o a Jose Luis López Vázquez poniendo caras de salidos escuchando esto en una de aquellas discos añejas de espejos y sofás de escay y paredes con moqueta.
De hecho, incluso la creación de las Baccara como dúo tiene todos los ingredientes de la España de los setenta. Para empezar, sus dos componentes, españolas como bien sabéis, trabajaban en las Islas Canarias como bailarinas de espectáculos cañís para turistas extranjeros. Spain Is Different, toreadores y olé, ya me entendéis.
Pues bien, uno de ellos, alemán para más señas, se las quiso llevar a hacer carrera en su país, que atesoraba una potente industria musical muy enfocada a la música disco. Y vaya si hicieron fortuna. Su primer single, este Yes Sir, I Can Boogie se alzó hasta el número uno absoluto en toda Europa y más allá, entre susurros -a veces casi gemidos-, un inglés que con su acento castizo debía de sonar como poco muy exótico, y una base discotequera impecable. Aún hoy es uno de los singles más vendidos de la historia del pop, con 16 millones de copias en solfa. Nada menos.
Además, supuso el inicio de una breve pero fulgurante carrera del dúo, que incluso les llevó a Eurovisión representando a... ¡Luxemburgo!. Con todo, el final de la música disco setentera fue también el finiquito de su carrera en la cumbre.
Pero para entonces, ya se habían quedado de forma indeleble en la retina de millones de españolitos con ganas de ver y de escuchar -aunque fuera un poquito- de chicha en la tele y en la radio. Y, para qué engañarnos, de millones de europeos también en una situación parecida. Para que luego digan que sólo los de aquí andábamos caninos.
Hasta la próxima.
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