Un buen amigo, Salva, miembro de los Kill Me Later, comentaba en su muro de Facebook hace unas horas que hoy sería un día en el que todo quisque sería fan de Paco de Lucía "de toda la vida". Naturalmente, con la ironía que cabe suponer: la gran mayoría apenas habrán escuchado Entre dos aguas por la tele, puede que incluso tan sólo parcialmente en un fugaz zapping. Y muy pocos, muy muy pocos, habrán escuchado un álbum entero del algecireño.
No me da vergüenza admitir que yo estoy entre estos últimos. Tampoco descubro nada a nadie: más de una vez, y de dos, he dejado constancia que un servidor, para ser descendiente directo de cordobeses, tiene muy poco -hasta el día de hoy- del duende flamenco. Cuatro palmas más o menos acompasadas, y a otra cosa, mariposa.
Pero más allá de que apenas haya pasado del tema de hoy de Paco de Lucía (y de alguna interpretación del no menos glorioso Concierto de Aranjuez) al César lo que es del César. Es el puto amo de la guitarra española, el que le ha sacado los colores como ha querido. De haber sido anglosajón y eléctrico, este tío hubiera sido Jimi Hendrix.
Así que aquí os dejo con su más memorable e inolvidable pieza. Venga, y esta vez, la escucháis entera si no lo habéis hecho hasta ahora.
Hasta la próxima.
No es verdad, señor Alberca. Paco de Lucía rindió sus cuentas ante el Altísimo en la madrugada del 20 de noviembre de 1975. ¿O es que no recuerda usted aquellos recitales en forma de mensajes de Fin de Año que se estilaba? ¡Cómo tocaba la guitarra el menda! ¡Con qué donaire movía la mano! ¡Qué estilo demostró aquel primero de Octubre de 1975, saludando desde aquel balcón de la plaza de Oriente!
ResponderEliminarP.D.: Acierta usted, señor Alberca, soy el alter ego de RMN.