Ayer por la noche, bastante tarde, puse la radio un momento mientras me aseaba poco antes de irme a dormir. De hecho, la encendí porque era lo suficientemente tarde como para que no me aparecieran los típicos programas deportivos de nulo perfil que abundan en el espectro radiofónico actual. Porque sin el Butanito, esto ya no es lo mismo... qué arte a la hora de decir "abrazafarolas", qué poderío apelando a la incompetencia de los "chupópteros" de la Federación, aquel "Pablo, Pablito, Pablete"... ah, qué tiempos.
En fin, que puse la radio muy tarde. Resulta que sale un señor llamando en un programa de estos nocturnos, y empezó a contar su vida en 45 segundos, para acabar pidiendo consejo en general sobre qué hacer. En aquel momento, el presentador dio paso a una fulana (femenino de fulano, su trabajo parecía otro a priori), la cual parece ser que estaba tirando unas cartas o mirando un horóscopo (o, muy probablemente, leyendo el Lecturas, que en la radio no se ve nada) y empezó a decirle, en teoría, lo que le era mejor al desesperado oyente.
Como era previsible, la intervención de la supuesta maga de las cartas -osea, carterista- o de lo que fuera, se limitó a decir cuatro obviedades que el perro de mi vecina hubiera podido responder mientras se pega sus siestas. Eran del tipo: "últimamente el trabajo no te va bien" o "no tienes pareja actualmente", tras decir el oyente que no sabía si su empresa haría un ERE y que se había separado hacía diez días. Lo acojonante de verdad, es que el incauto al teléfono asentía como si aquella sinvergüenza le estuviera adivinando realmente el porvenir.
Como para equivocarse. Porque anda que si el tipo que llamaba a la radio hubiera repuesto mujer en diez días iba a estar preguntando a las dos de la mañana a una tía jeta con el rostro de cemento portland. Ah, y no os perdáis al final la conclusión de la llamada. La tarotista, o medium, o vidente, o la madre que parió a Vicente -que tanto da-, como último y mejor consejo le dijo que se pasara por su consultorio (¡clinc, clinc!), que le enviaría unas guías o unas nosequé espirituales para que le ayudasen en su camino. Vamos, que la tía ni siquiera se iba a molestar en leerle la mano, qué huevos.
En realidad, muestro un gran respeto por todas aquellas experiencias más allá de lo empíricamente conocido. Es muy posible que hayan cosas que no podemos percibir el común, pero algunas personas sí. Ahora bien, lo que no me da nada de respeto es la legión de caraduras dispuesta a aprovecharse de la desesperanza ajena. A éstos sí que les enviaba yo unas guías. Pero telefónicas. Y a la cabeza. Por lo demás, os dejo con el apropiado tema de hoy, un hit del inmenso Carlos Santana desde 1970, dedicado a los pobres desgraciados que se dejan el dinero en estos delincuentes encubiertos. No sé si les servirá de ayuda, pero mal no les irá y, al menos, yo no les cobro.
Santana – Black Magic Woman (por Spotify)
Letra de la Píldora.
Hasta la próxima.
En fin, que puse la radio muy tarde. Resulta que sale un señor llamando en un programa de estos nocturnos, y empezó a contar su vida en 45 segundos, para acabar pidiendo consejo en general sobre qué hacer. En aquel momento, el presentador dio paso a una fulana (femenino de fulano, su trabajo parecía otro a priori), la cual parece ser que estaba tirando unas cartas o mirando un horóscopo (o, muy probablemente, leyendo el Lecturas, que en la radio no se ve nada) y empezó a decirle, en teoría, lo que le era mejor al desesperado oyente.
Como era previsible, la intervención de la supuesta maga de las cartas -osea, carterista- o de lo que fuera, se limitó a decir cuatro obviedades que el perro de mi vecina hubiera podido responder mientras se pega sus siestas. Eran del tipo: "últimamente el trabajo no te va bien" o "no tienes pareja actualmente", tras decir el oyente que no sabía si su empresa haría un ERE y que se había separado hacía diez días. Lo acojonante de verdad, es que el incauto al teléfono asentía como si aquella sinvergüenza le estuviera adivinando realmente el porvenir.
Como para equivocarse. Porque anda que si el tipo que llamaba a la radio hubiera repuesto mujer en diez días iba a estar preguntando a las dos de la mañana a una tía jeta con el rostro de cemento portland. Ah, y no os perdáis al final la conclusión de la llamada. La tarotista, o medium, o vidente, o la madre que parió a Vicente -que tanto da-, como último y mejor consejo le dijo que se pasara por su consultorio (¡clinc, clinc!), que le enviaría unas guías o unas nosequé espirituales para que le ayudasen en su camino. Vamos, que la tía ni siquiera se iba a molestar en leerle la mano, qué huevos.
En realidad, muestro un gran respeto por todas aquellas experiencias más allá de lo empíricamente conocido. Es muy posible que hayan cosas que no podemos percibir el común, pero algunas personas sí. Ahora bien, lo que no me da nada de respeto es la legión de caraduras dispuesta a aprovecharse de la desesperanza ajena. A éstos sí que les enviaba yo unas guías. Pero telefónicas. Y a la cabeza. Por lo demás, os dejo con el apropiado tema de hoy, un hit del inmenso Carlos Santana desde 1970, dedicado a los pobres desgraciados que se dejan el dinero en estos delincuentes encubiertos. No sé si les servirá de ayuda, pero mal no les irá y, al menos, yo no les cobro.
Santana – Black Magic Woman (por Spotify)
Letra de la Píldora.
Hasta la próxima.
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