Pues sí, como muchos habréis imaginado -y algunos incluso explicitado- sólo era cuestión de tiempo que "El final del condón" (castizo nombre con el que los tiernos y bienhablados púberes de 6ºB de EGB del colegio público La Unió rebautizamos inmediatamente al tema de hoy) apareciera por aquí.
Antes de nada, quisiera decir que, en mi opinión, esto ni era heavy, ni rock duro, ni nada que se le asemejara más allá del rollo estético del personal. Tan sólo se trataba de un poderoso tema rock -o incluso pop- que seguía en la senda del gusto por los sintetizadores y las guitarras que poco tiempo antes habían abierto los Van Halen.
En todo caso, vaya por delante que entonces no me pareció, ni ahora tampoco, una mala canción. En absoluto. Su riff de teclados era de los que marcan época, y el sólo de guitarra no estaba nada mal. Su mayor pecado: haber sonado hasta en la sopa. Y hasta en el plato de macarrones. Como diría el otro, los números uno que pilló la cancioncita en 1986 se podían contar a cascoporro por lo alto y ancho del mundo mundial.
Aunque The Final Countdown (su título real, jamás utilizado por mis conmilitones en su día) tuvo otro gran pecado, que acabó restándole todo el caché que hubiera podido tener el tema. Si os acordáis, durante un tiempo relativamente largo, los miembros de la banda, especialmente su cantante, Joey Tempest, monopolizó las portadas adolecentes del Super Pop y del Nuevo Vale. Si, en el caso de la primera revista, su permanente King Size ocupaba ya toda la portada, en el caso de la segunda, de formato más reducido, había que añadirle suplementos para dar cabida a tanto exceso capilar. Incluso creo recordar que revistas de más rancio abolengo como Pronto, o la más reciente Tele Indiscreta, regalaban todo tipo de pegatinas y chorradas varias con la imagen de estos cuatro suecos.
Así que nosotros, muchachos de aristocrático abolengo suburbial, algo así no se lo perdonamos nunca, a pesar de que la canción nos la sabíamos como el que más. Y acabamos contribuyendo a su relativa mala fama posterior renegando por completo de ella. Vaya esta Píldora en el sentido de restablecer parte de su mancillado honor.
Antes de nada, quisiera decir que, en mi opinión, esto ni era heavy, ni rock duro, ni nada que se le asemejara más allá del rollo estético del personal. Tan sólo se trataba de un poderoso tema rock -o incluso pop- que seguía en la senda del gusto por los sintetizadores y las guitarras que poco tiempo antes habían abierto los Van Halen.
En todo caso, vaya por delante que entonces no me pareció, ni ahora tampoco, una mala canción. En absoluto. Su riff de teclados era de los que marcan época, y el sólo de guitarra no estaba nada mal. Su mayor pecado: haber sonado hasta en la sopa. Y hasta en el plato de macarrones. Como diría el otro, los números uno que pilló la cancioncita en 1986 se podían contar a cascoporro por lo alto y ancho del mundo mundial.
Aunque The Final Countdown (su título real, jamás utilizado por mis conmilitones en su día) tuvo otro gran pecado, que acabó restándole todo el caché que hubiera podido tener el tema. Si os acordáis, durante un tiempo relativamente largo, los miembros de la banda, especialmente su cantante, Joey Tempest, monopolizó las portadas adolecentes del Super Pop y del Nuevo Vale. Si, en el caso de la primera revista, su permanente King Size ocupaba ya toda la portada, en el caso de la segunda, de formato más reducido, había que añadirle suplementos para dar cabida a tanto exceso capilar. Incluso creo recordar que revistas de más rancio abolengo como Pronto, o la más reciente Tele Indiscreta, regalaban todo tipo de pegatinas y chorradas varias con la imagen de estos cuatro suecos.
Así que nosotros, muchachos de aristocrático abolengo suburbial, algo así no se lo perdonamos nunca, a pesar de que la canción nos la sabíamos como el que más. Y acabamos contribuyendo a su relativa mala fama posterior renegando por completo de ella. Vaya esta Píldora en el sentido de restablecer parte de su mancillado honor.
Europe – The Final Countdown (por Spotify)
Hasta la próxima.
¡Qué grande ereh Arberca!
ResponderEliminarAunque la rima que tenía con mis colegas no hablaba del condón (ya se sabe, colegio de curas), más bién era "Que te peto el caacaass! Te lo peeeto, te lo peto yaa! Telo peeeto..." (ya se sabe, colegio de curas).
Un abràs!
Cúmulo de prejuicios: no son heavys de verdad, salen en el Superpop...
ResponderEliminarOye, qué buena época!! Mi padre era el hombre más esperado de la vuelta al trabajo el día que salía el Superpop (incluso muchas veces con el bochorno de tener que pasear la revistita con sus "regalitos" complementarios especiales... ;)
Lo que es curioso es que muchas veces grupos "similares" compiten en la misma época: Spandau-Duran Duran, Oasis-Blur y en este caso eran Europe con Bon Jovi. Esta canción en concreto competía con Living in a Prayer.
Jo, jo, jo!!! Si ya hacían bien mis padres metiéndome en la Pública!!!
ResponderEliminarPor cierto, Mercè, durante algún tiempo, cuando repartía la prensa con mi padre, en lugar de la ruta habitual por Sant Andreu y Verdún -en Barcelona- hicimos precisamente la que correspondía a Sant Joan Despí y Cornellà. Quién sabe: a lo mejor, el Superpop que traía tu padre lo había contado yo!
Por lo demás, esa es precisamente la gracia para vender discos. El concepto de "batalla de las bandas" es tan antiguo como los años sesenta (la primera fue Beatles-Rolling Stones, a pesar de que entre ellos se llevaban a las maravillas). Y claro, como aquello no podía durar siempre, pues cada equis tiempo, nueva edición de lo dicho. No sé si Europe llegó al estatus de competir con Bon Jovi, aunque por estilo se parecían un poco. Tal vez sí que tengas razón en una "batalla de canciones" en este caso que comentas, que tendría en su seno, además, varias acciones armadas como "la escaramuza de las mallas" o "el choque de las permanentes"...