¡Ladies and gentlemen! Ante ustedes, una de las más idolatradas bandas de la historia del rock. Pero ante todo, ¡los héroes del extrarradio!¡Los paladines del barrio -sector no rumbero-!¡Los tíos a los que les dedicaron una calle en Leganés!
Y eso que venían de las antípodas del metropolitano municipio madrileño. Su rock áspero, poco dado a los virtuosismos varios -a pesar del mérito que tenía tocar la guitarra en pantalón corto y saltando como a caballito- fue durante años la mejor carta de presentación para todos aquellos chavales de finales de los setenta y de los ochenta a la hora de acreditar su pureza "heavy".
En su discografía, los AC/DC (a veces pronunciados casi correctamente, eisidisí) atesoraron un buen número de himnos hard, como Back In Black o la demoledora Thunderstruck. Sin embargo, tal vez por encima de todos ellos, se alzaba Highway To Hell como enseña de la formación, con su estribillo innumerablemente coreado por incontables gargantas bien aderezadas de cerveza.
Pero por si el tema no fuera ya lo suficientemente bueno por sí mismo, se le añadió un (funesto) hecho que lo convirtió en sagrado para las legiones de fans de estos australianos. Al poco tiempo de publicarse, apenas unos meses después, el carismático líder de la banda, Bon Scott, moría tras una monumental borrachera. Nada de suicidios o de sobredosis: a lo bestia, con un coma etílico, que lo llevaría derechito a la santidad camisetera del rock duro. Y tan santo se hizo, que su sucesor, Brian Johnson, aún hoy se ve comparado, más de treinta años después, con su antecesor.
Entre nosotros, le ha ido mejor que con una intoxicación etílica king size, pero no se lo digais a los fans.
Letra de la Píldora.
Hasta la próxima.
Sí que hacía calor en ese plató de televisión!
ResponderEliminarQue grandes los AC/DC, no creo que pueda olvidar ni una sola de las veces que pude verlos :)
ResponderEliminarTE-MA-ZO con todas las sílabas!
ResponderEliminarMercè, es que si a la calda de los focos le sumas lo hiperactivo del personal, el resultado es evidente. Eso sí, cualquiera anda por allí sin un buen desodorante...
ResponderEliminarDani, yo nunca he sido demasiado de conciertos heavy metal, pero tengo que admitirte que uno de los AC/DC hubiera estado bastante bien, aunque sólo fuera para soltar alaridos en plan "Jaaaaaaiiiigüeeyyyy tu jeeeeeeel!!!!" cerveza en mano. Te alabo la experiencia, pues... y sí, Gabi, temazo. Ya sé que estás descubriendo a marchas forzadas y a velocidad de misil todo el mundo que hay más allá de los grupos hard actuales: mola! Me recuerdas a lo que yo mismo hacía (glups) veinte años atrás, ja, ja, ja!!! (Río para no deprimirme...)
Duda metafísica: lo de Michael Landon, ¿era una indirecta a los AC/DC? ¿Conocía el pequeño Joe a los AC/DC? ¿O no pasaba de los Carpenters? Ilumínanos, oh Maestro Armero, en el nombre de Zager y Evans...
ResponderEliminarJa, ja, ja!!! En el nombre de Zager y Evans, Fiat Lux!
ResponderEliminarDebo admitir que me he reído muchísimo con el comentario! Y no tanto por el contraste entre las dos autopistas, si no -imagino que ibas por ahí- por el hecho de que en la vida real el modus vivendi del bueno de Landon (y de su amigo del alma, de televisión y de botella Victor French) se asemejaba más al backstage de AC/DC que a un recital de los Carpenters por más que estos pudieran haber puesto banda sonora a "La Casa de la Pradera" sin rubor alguno.
Sólo recordaré una anécdota que, en cierta ocasión, escuché referida a Bruce Willis. Éste, en sus inicios, por lo visto era compadre de juergas de Landon y French (para los que no lo ubiquéis, Victor French era el de la barba en "Autopista hacia el cielo"). Pues bien: la mujer de Willis le dijo que o dejaba de marcarse farras con aquellos dos bestias, o se buscaba otra señora. Cómo no serían.
Habemus lucem.