La verdad es que esta semanita está quedando de lo más setentera, incluso más que de costumbre. Pero es que en el caso de hoy, además de la patilla habitual, creo que la elección no puede ser más apropiada.
Esta tarde he asistido a la graduación de mi sobrina, que ha terminado el instituto. Más allá de las reflexiones sobre la edad y todo eso, tenía su tarea ver un acto tipo american high school donde había entrega de diplomas, birretes (el sombrero más feo del mundo, por cierto), y hasta algún showman sacado de las filas de los propios graduados. Y, por supuesto, no podía faltar algo de Grease, por si no habíamos pillado la onda.
En todo caso, la cosa estuvo bastante aparente, y hacía gracia ver a todos aquellos teenagers contentos por participar en su primera fiesta "seria" de reconocimiento a su trabajo. Decir que estaban alborotados es quedarse cortos.
Pero lo mejor ha llegado después, ya en casa de mis cuñados. Estos han marchado a cenar fuera, y Montse y yo no hemos quedado como -más o menos- canguros de la muchachada. Pero qué canguros: guitarras eléctricas, piano, batería (ésta última me la he agenciado yo, por cierto, alejado de mi propio piano y mi bajo). Menos mal que es una casa y no le jodemos la noche al vecindario.
De hecho, en eso estoy en el momento de escribir. He parado un segundo, pero en seguida me vuelvo a mi papel de Ringo Starr de estar por casa. Qué risa. Hasta que vuelvan mis cuñados. O llegue la policía, lo que caiga antes.
Sweet – Teenage Rampage (por Spotify)
Letra de la Píldora.
Hasta la próxima.
No hay comentarios:
Publicar un comentario