martes, 14 de junio de 2011

Imitation Of Life, R.E.M., 2001


Hubo un tiempo en el que fui bastante aficionado a los juegos de ordenador. Como todas las cosas de este mundo, tienen su tiempo, y hoy, a lo sumo, me acerco un rato a la Wii o (más probablemente) tiro de algún pasatiempo con esos trastos que aún llamamos móviles pero que cada vez más son controladoras extensiones de nuestros brazos.

¿Que a qué jugaba años ha? Mis preferidos eran los juegos de estrategia, tanto en la modalidad de "vamos a construir una ciudad o una civilización" como en la de "vamos a cargarnos las de los demás (en defensa propia, por supuesto, por supuesto)". El Ying y el Yang en versión ludico-digital, vamos. Tanto daba edificar una de las Siete Maravillas de la Antigüedad como alinear dos ejércitos dispuestos a repartirse estopa virtual durante un rato. Especial gracia tenía la cosa cuando el tuyo era mucho más avanzado que el enemigo: tendríais que ver estrellarse una carga de caballería cruzada contra una línea de tanques Sherman apoyada por cazas P-51. Casi daba pena.

A lo que nunca me dediqué fue a los simuladores esos de vida personal. Vamos, Sims y Second Lifes varios. Como sabréis -y muy posiblemente conozcáis- se trataban de programas en los que el jugador debía de gestionar la vida cotidiana de su propio avatar en la partida. Siempre los encontré muy aburridos: uno no tenía cada día la ocasión de edificar los Jardines de Babilonia ni de derrotar a los hunos de Atila, pero ¿qué gracia tenía llevar a un tipo normal y corriente todos los días al trabajo, a casa, relacionarlo con otros tipos y mantenerlo con una vida decente?

Y sin embargo, habían -y hay- millones de personas que todavía se divierten con eso. Ayer tuve la oportunidad de comprobarlo in situ, y pude jugar un rato con el avatar de un familiar. Y terror: era completamente adictivo. Así que cuando decidí soltarlo al cabo de un rato, casi me dio susto comprobar hasta qué punto somos tan ¿tontos? como para quedarnos atrapados por las cosas que, por otra parte, apenas nos llamarían la atención en el mundo físico. ¿Es muy lógico dejar escapar la vida real para apasionarnos por la virtual? Pues no, pero por algún extraño motivo, tiene un atractivo brutal. Materia para psicólogos, desde luego.

Así que me vuelvo a mis esporádicas incursiones en construcción de ciudades y batallas campales varias, amén de escarceos con la música rock de videoconsola. Puestos a alienarme, que sea a lo grande.

Imitation Of Life (por Goear)



Letra de la Píldora.

Hasta la próxima.

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