viernes, 9 de octubre de 2009

Killing In The Name, Rage Against The Machine, 1992


Bueno, bueno... hoy os voy a explicar la historia de dos individuos, bautizados por sus congéneres de facultad como "Zipi y Zape", atendiendo a dos cualidades: sus pelanas rubia y morena, respectivamente, y lo cabrones que llegaban a ser, especialmente en entornos sociales con algunos de dichos otros congeneres.

Las desventuras de Zipi y Zape no se pueden resumir sólo en un post. Imposible. Desde cantar a pulmón por la ventanilla del R-12 de Zipi "la culpa fué del Cha cha chá" al estilo vikingo, hasta sabotear con una pistola de agua un trabajo de unos alumnos de primero, el historial delictivo de estos tipos no cabe aquí.

Lo curioso del caso es que estos dos patógenos sociales, cuando se encontraban en entornos más privados, podían pasar el tiempo discutiendo sobre Historia y Filosofía -sus temas preferidos-, eso sí, intercalados con mordaces y finos comentarios del tipo "essse
Descartes no tenía ni puta idea" o "Fernando VII, lo que era es un gordo cabrón"-. También les iba la economía (su conocimiento reglado común): "a mí, Adam Smith me la pica". Pero no se engañen: cualquiera de ellos podría citaros con precisión las "Meditaciones metafísicas", el reinado del Deseado o "La riqueza de las naciones". Vamos, lo que comúnmente se dice unos enfermos.

De hecho, la Píldora de hoy es un ejemplo del tipo de andanzas que deleitaban a nuestros dos protagonistas. Sucedió donde hoy vivo, en Calafell. Resulta que un compañero de la facultad tenía grabado en una cinta un disco de Whitney Houston. Tras el último tema, "Run To You", a Zipi y Zape no se les ocurrió otra cosa que darle al REC del radiocassette. Resultado: tras unos segundos de aparente silencio definitivo, aparecieron una especie de psicofonías rapeando a capella el estribillo del tema de hoy, eso sí, tal y como se cantaba en todos los pubs patrios, es decir, alterando la letra:

"Ke me chupe la Potya, tarat-tánnn, ke me chupe la Potya"

Impagable. Debo decir que nos hubiera encantado ver la cara de la víctima en el coche cuando una vez acabada la cinta con el elegante LP grabado aparecían esas misteriosas voces berreando por un arreglo de bajos. Por supuesto, supongo que a estas alturas habréis deducido que Zape, de acuerdo con el color de mi cabello, era quien esto escribe, y Zipi el rubio tipejo que con los años ha acabado dando clases en una prestigiosa universidad portuguesa dirigiendo, incluso, un máster.

Un abrazo, Santi, amigo.

Rage Against The Machine – Killing In The Name (por Spotify)



Hasta la próxima.

3 comentarios:

  1. Ja, ja, la verdad es que se armaba cuando ponían esto.

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  2. Javi, amigo! Mis 4 años en la UPF hubieran sido mucho más aburridos sin ti y sin el Renault 12. Oye, qué obediente que era aquel coche. Le decías el viernes por la tarde “ale, cap a Sant Joan Despí a irse de cervezas con el Javi”, y allí que iba él, llegando sobrado y sin calentamientos. Y además tenía el detalle de llevarse unas Voll-Damm en la guantera para cuando te subieras tú. Tú tenías la manía de dejar la media docena de cascos y latas vacías en el suelo del copiloto y él, discreto y señorial como siempre, nunca te llamó la atención. Era un encanto. Con el mismo espíritu abordaba, aunque fuera a horas intempestivas, las propuestas para irnos al Atlántida de Sitges y volver a altas horas de…la mañana. Creo que con los años el R12 llegó a aprenderse todos los caminos y rutas. Una vez, llegando a casa después de una noche de juerga, mi amigo Oscar, que iba de copiloto, se bajó a abrirme la puerta del garaje y cuando volvió, me encontró dormido. El coche, el muy pillín, debió de estar conduciendo todo el camino….Con esto no quiero decir que era de fácil manejo. Era necesaria alguna coordinación, cual Entreprise del Bajo Llobregat. En ocasiones, debido a frecuentes indisposiciones, tuve que dividir tareas con el copiloto, pasando éste a llevar las marchas y yo única y exclusivamente el volante y embrague.
    Qué gran personaje aquel R12. Murió un día llegando a Viladecans. Venía muriendo por el camino, con una tos que presagiaba lo peor. No se dejó ir hasta llegar al destino, cumpliendo así su última misión y dejándome sano y salvo, como siempre, en casa.
    Por último, déjame hacer un apunte y una invitación El apunte es que el Chacha-chá fue cantado, efectivamente, por la ventanilla del R12. Hay que matizar sin embargo, que a las 4 de la mañana y en la oreja de una pobre mujer (trabajadora, probablemente) que aguardaba con la ventanilla abierta de su coche el semáforo verde. La cara de susto de aquélla pobre alma asaltada por el canto vikingo traicionero es sólo comparable a la cara de Shelley Duvall en el Resplandor, cuando se resguarda de los hachazos tras la puerta. Las últimas escenas de REC son pecata minuta al lado del respingo que yo vi.
    La invitación es que el próximo día referiré una de las más significativas anécdotas de zipi y zape.
    Abrazos
    Santi

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  3. ¡Ole! ¡Brindo por la Enterprise del Baix Llobregat, con su capitán Kirk y los que éramos sus diversos oficiales de bitácora! Yo mismo asistí a su digna muerte, descendiendo por la entrada de Viladecans. El muy valiente no detuvo su andar hasta quedar completamente alineado en la acera.

    Vae victis!

    Y lo del Cha cha chá... menos mal que la chica llevaba el cinturón de seguridad puesto, porque sinó, se abría la cabeza con el parabrisas del bote que pegó.

    Otro abrazo. ¡El de antes es un comentario bien glosado, con un par! De los que se leen con fruición y con descojone, también.

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