A pesar de la hora que podéis ver abajo, en los momentos en los que estoy escribiendo aún no ha jugado España su segundo encuentro mundialero, uno de los escasos momentos de su vida en los que quien garabatea estas líneas se para un rato para ver fumbo. Así que espero que ganen, francamente, porque sino, el título de la canción de hoy -La historia interminable- le va a venir que ni pintado a los de la roja.
Por lo demás, salvada la introducción, quería rendir un pequeño homenaje a una película, inspirada en una novela del alemán Michael Ende, que para una generación fue todo un impacto. Porque hoy hay mucho Jarri Pota: que si magos con gafitas para arriba, que si escobas voladoras para abajo, pero hace 25 años, más o menos, tuvimos en La historia interminable nuestra propia dosis de fantasía y efectos especiales a discreción.
A decir verdad, a mí, la peli tampoco me entusiasmo tanto, tanto. Yo era más del rollo naves espaciales, marcianos, rayos láser y cosas de esas. Todo lo de bichos raros de mentirijillas, magia potagia y princesas encantadas me motivaba bastante menos, pero aún así, reconozco que, como a la mayoría, La historia interminable me pareció todo un ejercicio de imaginación y espectáculo en el cine, ideal para mantener enganchado a un niño de diez años, que debían de ser los que gastaba por entonces.
Una de las cosas que más me gustaron fue una canción de su banda sonora, y que como imagino que además le gustó a más gente y con más poder adquisitivo que yo (al menos, el justo para comprar un disco), se acabó convirtiendo en todo un rotundo éxito mundial. Por supuesto, era The NeverEnding Story, interpretada por el británico Limahl.
Artista que, dicho sea de paso, acabó devorado por el enorme impacto de su canción, hasta el punto de que eclipsó toda su posterior carrera. Por entonces, era conocido por ser el vocalista de la formación electrónica Kajagoogoo, muy populares a principios de los ochenta. Con The NeverEnding Story, recuerdo que Limahl se hizo fijo durante semanas en las portadas de Super Pop, lo que -visto con retrospectiva- era señal frecuente de que la cosa, posiblemente, no iba a acabar bien... por cierto, terminando ya, no sé si los de la roja aparecen en el último ejemplar de la susodicha revista. Sinceramente, espero que no.
Por lo demás, salvada la introducción, quería rendir un pequeño homenaje a una película, inspirada en una novela del alemán Michael Ende, que para una generación fue todo un impacto. Porque hoy hay mucho Jarri Pota: que si magos con gafitas para arriba, que si escobas voladoras para abajo, pero hace 25 años, más o menos, tuvimos en La historia interminable nuestra propia dosis de fantasía y efectos especiales a discreción.
A decir verdad, a mí, la peli tampoco me entusiasmo tanto, tanto. Yo era más del rollo naves espaciales, marcianos, rayos láser y cosas de esas. Todo lo de bichos raros de mentirijillas, magia potagia y princesas encantadas me motivaba bastante menos, pero aún así, reconozco que, como a la mayoría, La historia interminable me pareció todo un ejercicio de imaginación y espectáculo en el cine, ideal para mantener enganchado a un niño de diez años, que debían de ser los que gastaba por entonces.
Una de las cosas que más me gustaron fue una canción de su banda sonora, y que como imagino que además le gustó a más gente y con más poder adquisitivo que yo (al menos, el justo para comprar un disco), se acabó convirtiendo en todo un rotundo éxito mundial. Por supuesto, era The NeverEnding Story, interpretada por el británico Limahl.
Artista que, dicho sea de paso, acabó devorado por el enorme impacto de su canción, hasta el punto de que eclipsó toda su posterior carrera. Por entonces, era conocido por ser el vocalista de la formación electrónica Kajagoogoo, muy populares a principios de los ochenta. Con The NeverEnding Story, recuerdo que Limahl se hizo fijo durante semanas en las portadas de Super Pop, lo que -visto con retrospectiva- era señal frecuente de que la cosa, posiblemente, no iba a acabar bien... por cierto, terminando ya, no sé si los de la roja aparecen en el último ejemplar de la susodicha revista. Sinceramente, espero que no.
Limahl – Never Ending Story (por Spotify)
Letra de la Píldora.
Hasta la próxima.
Para ser justos, esta canción se tendría que considerar un dueto porque la voz femenina tiene tanta importancia como la de Limahl. Pero ya vemos como sólo la deja salir a modo de sombras chinas... No vaya a ser que le robara protagonismo...
ResponderEliminarPor otra parte, la peli aguanta muy bien el tipo en cuanto al argumento y los efectos especiales. La voy a recuperar para verla con Inés!
El partido más largo de la historia, protagonizado por los tenistas Nicolas Mahut (FRA) y John Isner (EE UU) en la primera ronda de Wimbledon, ha concluido este jueves con victoria del estadounidense, que se mete en la segunda ronda tras invertir un total de once horas y cinco minutos de juego (disputado durante tres días).
ResponderEliminarEl duelo comenzó el martes, se reanudó con el quinto set el miércoles y se resolvió este jueves con un marcador total de 6-4, 3-6, 7-6(7), 6-7(3) y 70-68, tras 665 minutos.
PD: En Wimbledon, no hay tie-break en el quinto set. O sea, que hay que ganar por dos juegos de diferencia.
¡Qué chulo, enseñarle una peli de las nuestras a los churumbeles! ¡Ya me contarás!
ResponderEliminarPor lo demás, quiero deducir que tamaña crónica de ese peaso partido de tenis responde de forma sutil al tema de la canción... desde luego, yo tengo mi teoría: después del primer día, esos dos tipos se pusieron de acuerdo para liarla parda. Ahora sólo tendrán que pasar la mano por teles, radios y saraos varios, ja, ja, ja!!!