miércoles, 11 de noviembre de 2009

Maneras de vivir, Leño, 1981


Hace un rato he visto en el telediario uno más -el enésimo- de esos cansinos reportajes sobre alcohol, drogas y juventud. Hombre, está perfecto que se sensibilice a los propios adolescentes en cortarse de consumir drogas y alcohol -faltaría más- pero el tratamiento que reciben estas noticias es acojonante. Vienen a ser una especie de crónica sobre pandilleros y delincuencia juvenil con un guión de peli asustaviejas. Lo que digo.

En la noticia salía, entre otras perlas, un chaval apoquinándose un garrafón de supuesto calimocho, junto a otros energúmenos hormonados trincándose porros como quién se ventila un Nobel tras el cafelito. La verdad es que sí que hay hoy una mayor desinhibición en el consumo de todo tipo de mejunjes en público, pero, no nos engañemos, no hay nada nuevo bajo el sol.

Hace veinte años ya aparecían estas noticias en las que chavales como yo entonces salían clavándose garrafas de calimocho y litronas a discreción, como si no tuviéramos otra cosa que hacer. Y, bueno, lo de las garrafas y las litronas era cierto, no voy a decir que no, pero vaya, al cabo del día y de la semana tenías más actividades vitales. De hecho, ninguno de mis amigos de entonces hemos acabado con cirrosis a los 35, como aquellos reportajes podrían hacer suponer a nuestros horrorizados padres y abuelos.

Lo que sí que les pegaba, y muy bien, a aquellos botellones de principios de los noventa, era la música que se entonaba: desde los jashondos Inhumanos (mítico Duba Duba Western Mix) hasta el profeta de la Xibeca en el parque con los colegas, Rosendo. Su magnífica Maneras de vivir era todo un canto al "nadie me comprende, pero yo sé que soy guay a mi manera". Y con una litronilla a mano, era ya la bomba. Lanzada con su grupo Leño allá por 1981, pronto se convirtió en un clásico del rock urbano y de barrio.

Porque en el fondo, ¿qué hay tras el botellón? Una cultura que nos ha imbuido de lo apropiado de beber alcohol en sociedad, y unas discotecas que te cobran ahora nueve euros por un cubata, setecientas pelas entonces. Y como con dieciséis años, un chaval de barrio no es un potentado, pues ya tienes montado el garito alcohólico a granel en cualquier parque o descampado. Así que, hasta que se le ponga remedio en serio al problema cultural (o bien al discotequero), no queda más que contemplar el grito de guerra nunca entonado pero sí profesado por millones de adolescentes de los últimos treinta años: ¡que viva la litrona!

Leño – Maneras De Vivir (por Spotify)



Letra de la Píldora
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Hasta la próxima.

2 comentarios:

  1. Es como la versión musical de la peli de Frank Capra: vive como quieras.

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