Siendo ésta como lo es, una de mis canciones favoritas, casi me sorprende que todavía no hubiera aparecido por esta parte del mundo llamada Píldoras de Música. Efectivamente, habéis leído bien: una de mis canciones favoritas. Y también habéis leído bien el protagonista de hoy: George Michael.
Pero vayamos por partes. Como buen hijo de vecino procedente de mi aristocrático barrio de Las Planas, George Michael no fue nunca -supongo que hasta aquí no sorprenderé a nadie- un indispensable de mi discoteca particular. De hecho, aún a día de hoy, no encontraréis por ningún rincón de casa ningún vinilo o CD suyo.
Eso sí, Dios dijo hermanos, pero no primos. Así que esa falta de querencia por la discografía de Michael no fue ningún inconveniente para que, nada menos que a finales de 1990, cuando un servidor estaba en plena afirmación rock, escuchara esta canción por la radio y se quedara prendado por su estructura musical y su sonido. Claro, el problema fue escuchar al discjockey decir quién se había marcado aquel tema. Automáticamente supuso durante un tiempo tener que escucharlo en el walkman (el papá del discman y el abuelo del mp3) y, por supuesto, a una distancia prudencial del resto de trogloditas que, como yo, nos dedicábamos a presumir qué guitarra o qué batería molaban más.
Como todo lo cura el tiempo, especialmente la tontería, finalmente pude escuchar abiertamente esta canción sin que me importara lo más mínimo la opinión popular de origen congénere-selvático. Para descubrir que... ¡varios de los otros neanderthales también habían hecho lo mismo en privado a la vez que yo! ¡Francamente, se puede decir que fue toda una salida colectiva (musicalmente hablando) del armario!
Y es que pocas veces el título de un LP fue tan apropiado para la historia anterior. Tras su etapa en Wham! y en solitario como cantante pop sin más pretensiones que colocar blockbusters en las listas, George Michael quiso en 1990 que se lo tomaran un poco más en serio. Y para ello lanzó un álbum, que se abría precisamente con Praying For Time, donde pretendió dar un giro musical bastante importante. Incluso, para reafirmarlo, se negó a aparecer directamente en ninguno de los clips promocionales de los singles del álbum, motivo por el que quedó un vídeo tan curioso como el que tenéis abajo.
¿Qué cual era el tan apropiado título del álbum? Listen Without Prejudice Vol. 1. Escuchar sin prejuicios.
Pero vayamos por partes. Como buen hijo de vecino procedente de mi aristocrático barrio de Las Planas, George Michael no fue nunca -supongo que hasta aquí no sorprenderé a nadie- un indispensable de mi discoteca particular. De hecho, aún a día de hoy, no encontraréis por ningún rincón de casa ningún vinilo o CD suyo.
Eso sí, Dios dijo hermanos, pero no primos. Así que esa falta de querencia por la discografía de Michael no fue ningún inconveniente para que, nada menos que a finales de 1990, cuando un servidor estaba en plena afirmación rock, escuchara esta canción por la radio y se quedara prendado por su estructura musical y su sonido. Claro, el problema fue escuchar al discjockey decir quién se había marcado aquel tema. Automáticamente supuso durante un tiempo tener que escucharlo en el walkman (el papá del discman y el abuelo del mp3) y, por supuesto, a una distancia prudencial del resto de trogloditas que, como yo, nos dedicábamos a presumir qué guitarra o qué batería molaban más.
Como todo lo cura el tiempo, especialmente la tontería, finalmente pude escuchar abiertamente esta canción sin que me importara lo más mínimo la opinión popular de origen congénere-selvático. Para descubrir que... ¡varios de los otros neanderthales también habían hecho lo mismo en privado a la vez que yo! ¡Francamente, se puede decir que fue toda una salida colectiva (musicalmente hablando) del armario!
Y es que pocas veces el título de un LP fue tan apropiado para la historia anterior. Tras su etapa en Wham! y en solitario como cantante pop sin más pretensiones que colocar blockbusters en las listas, George Michael quiso en 1990 que se lo tomaran un poco más en serio. Y para ello lanzó un álbum, que se abría precisamente con Praying For Time, donde pretendió dar un giro musical bastante importante. Incluso, para reafirmarlo, se negó a aparecer directamente en ninguno de los clips promocionales de los singles del álbum, motivo por el que quedó un vídeo tan curioso como el que tenéis abajo.
¿Qué cual era el tan apropiado título del álbum? Listen Without Prejudice Vol. 1. Escuchar sin prejuicios.
George Michael – Praying For Time (por Spotify)
Letra de la Píldora.
Hasta la próxima.
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