Décadas como los setenta o los ochenta han pasado a la historia en buena parte por sus excesos estéticos y visuales. Y, por supuesto, por una música que, con bastante frecuencia, también caía en dichos excesos cuando se trataba de crear grandes hits.
Esto hizo que, en comparación, la década siguiente, los noventa, fuera todo un canto a la moderación. O eso creíamos los que en ella participamos como generación de referencia. Sin embargo, a medida que ésta se aleja en el tiempo, es mucho más fácil ver como, incluso en ella, también abundaban los fenómenos, digamos, extraños.
Uno de ellos no se hizo esperar demasiado en el tiempo. Porque, ¿no os acordáis de cuando se pusieron de moda los discos de música gregoriana, con o sin chunta-chunta de fondo? ¿Tanto que hasta el Papa acabaría grabando discos al respecto, rosarios incluidos?
Los responsables de todo aquello fueron unos alemanes a los que les dio por combinar la música gregoriana con los ritmos discotequeros. A finales de 1990 publicaron su primer disco, titulado MCMXC a.C. (el año en latín). Como single principal de apoyo lanzaron este popularísimo Sadeness (Part I), en el que a los tipos se les ocurrió mezclar gregoriano, discoteca y un ambiente cargado de sexualidad que dejó a todo quisque bastante alucinado.
Y, agradecidos todos ante tamaña alucinación, compró el disco hasta el tate: alcanzó el número uno en no menos de quince países, y en los demás se quedó prácticamente a las puertas. Aunque para agradecidos, los que decidieron el estilismo de las tiendas Natura: con un disco de gregoriano y sobredosis de incienso en el aire, éstos si que hicieron milagros vendiendo poco menos que souvenirs durante aquellos moderados y prudentes años que fueron los noventa. ¿O no?
Esto hizo que, en comparación, la década siguiente, los noventa, fuera todo un canto a la moderación. O eso creíamos los que en ella participamos como generación de referencia. Sin embargo, a medida que ésta se aleja en el tiempo, es mucho más fácil ver como, incluso en ella, también abundaban los fenómenos, digamos, extraños.
Uno de ellos no se hizo esperar demasiado en el tiempo. Porque, ¿no os acordáis de cuando se pusieron de moda los discos de música gregoriana, con o sin chunta-chunta de fondo? ¿Tanto que hasta el Papa acabaría grabando discos al respecto, rosarios incluidos?
Los responsables de todo aquello fueron unos alemanes a los que les dio por combinar la música gregoriana con los ritmos discotequeros. A finales de 1990 publicaron su primer disco, titulado MCMXC a.C. (el año en latín). Como single principal de apoyo lanzaron este popularísimo Sadeness (Part I), en el que a los tipos se les ocurrió mezclar gregoriano, discoteca y un ambiente cargado de sexualidad que dejó a todo quisque bastante alucinado.
Y, agradecidos todos ante tamaña alucinación, compró el disco hasta el tate: alcanzó el número uno en no menos de quince países, y en los demás se quedó prácticamente a las puertas. Aunque para agradecidos, los que decidieron el estilismo de las tiendas Natura: con un disco de gregoriano y sobredosis de incienso en el aire, éstos si que hicieron milagros vendiendo poco menos que souvenirs durante aquellos moderados y prudentes años que fueron los noventa. ¿O no?
Enigma – Sadness Part I (por Spotify)
Letra de la Píldora.
Hasta la próxima.
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