viernes, 12 de marzo de 2010

Mi calle, Lone Star, 1968


Desde nuestro presente, la imagen de los años del franquismo nos evoca una época en blanco y negro, tremendamente monótona y vulgar, de represión y donde todo venía dado desde Madrid. Y en buena medida, era cierto. Sin embargo, en lo musical, aunque la capital del reino (que oficialmente lo era, aun sin rey) tenía muchísimo peso, Barcelona aportó algunas de las bandas más emblemáticas de los años sesenta.

Así, de la Ciudad Condal eran nombres que sin duda os sonarán (aunque sólo sea eso, el nombre) como Los Sírex, Los Mustang o Los Salvajes, y que fueron imprescindibles de los guateques y las discotecas de aquella década. Por cierto, que uno de los locales más emblemáticos de la capital catalana en los que eclosionaron aquellas bandas fue el San Carlos Club (en la calle Gran de Gràcia), que los propios Sírex inmortalizaron a golpe de versión del Route 66 de Chuck Berry.

Entre todos aquellos grupos barceloneses, posiblemente, el más sólido musicalmente (con permiso de los demás) fue Lone Star. Creados en 1960 en el distrito del Eixample, sus miembros partían de una base musical bastante más desarrollada que las de otros grupos del momento. Durante aquellos primeros años tocaron en locales como el Kit Kat o el celebérrimo Jamboree, imprescindible aún treinta años después cuando este sujeto escribiente lo frecuentaba los viernes o, en menor medida, los sábados.

Sus primeros éxitos se basaron -como tantos otros grupos de la época- en versiones de hits internacionales, como The House of the Rising Sun, de The Animals. En su descargo, esta política era impuesta por las discográficas nacionales, poco confiadas del talento de sus contratados. Sin embargo, a medida que avanzaba la década, esta restricción se fue suavizando, para alegría de los compositores autóctonos. No obstante, las versiones de Lone Star eran magníficas, y consiguieron gran impacto internacional: ¡la misma The House of the Rising Sun llegó a vender más que la propia versión original gracias a su increíble impacto en sudamérica!

Gracias a la mayor flexibilidad de las discográficas hacia la producción propia, Lone Star pudo conseguir el que, a la postre, se convertía en el mayor éxito de su carrera, Mi calle, número uno en 1968. A pesar de sus eufemismos (inevitables en el ambiente de censura imperante), su letra evocaba como ninguna aquellas calles de los humildes barrios populares que se encontraban (y se encontrarían aún varios años más) por doquier en los extrarradios de las principales ciudades españolas. Realmente, un gran tema a recuperar, aunque sea durante un momento...




Hasta la próxima.

3 comentarios:

  1. Andaba buscando por Internet cómo actualizar mi licencia... Pero la canción de hoy me ha puesto de buen humor: un buen na, na ,na pero sobre todo ese final un tanto acelerado que me ha recordando tanto a las melodías de Petrogrado!!... :P

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  2. A Lone Star los ponían mucho en Radio Juventud. Agustín Rodríguez, José María Pallardó, Joan Comellas, Rafael Turia, Josep María Bachs, y tant@s otr@s, que hacían una radio maravillosa de la que otros aprendieron más tarde con provecho. También los pinchaba bastante, aunque en Radio España, si no recuerdo mal, el gran Luis Arribas Castro. A mí esta canción, me "tocaba" bastante, porque resulta que yo me pasé prácticamente mis primeros 21 años en una calle igualita a la que describían estos chicos, y cada vez que la oía me enraba una melancolía de no te menees. Cierto, Lone Star disfrutaron de un status importante en su momento ya que eran buenos músicos y su cantante y portavoz Pedro Gené, desempeñaba muy bien ambas funciones.
    ¡Saludos!

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  3. Mercè, ya decía yo que un tema como el del martes acabaría teniendo efectos femenino-sovietizantes... al menos, sé que siempre tendré contigo la tranquilidad de que un na-na-na te extraerá de tu día más duro. Para tu tranquilidad, te diré que tengo dos o tres Píldoras reservadas para cuando pilles días ultra-mega-chungos. No te quejes...

    Y Maestro, otra gran lección de pequeña historia, que es la que en el fondo cuenta en nuestras vidas cotidianas. Yo también crecí en un barrio obrero, si bien nunca llegué a reconocerle tanta humildad como la descrita por la canción. Estaba compuesto por cordobeses al 95%, y aunque se trataba de gente trabajadora y muy sencilla (mi familia era típica de allí, procedía de Puente-Genil y había llegado en los setenta) no lo asocio tanto a la canción. Antes me recuerda a otros barrios mucho más degradados por la época, como La Mina en Sant Adrià, La Catalana en Barcelona o Sant Cosme en El Prat de Llobregat.

    Y me alegro un montón de que se trate de un tema que te conectara tanto.

    Un abrazo!

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