La verdad es que hoy estuve tentado de poner de Píldora aquello de "Algo se muere en el alma, cuando un amigo se va", pero, en el fondo, hubiera supuesto implícitamente reconocer una especie de Síndrome de Estocolmo donde realmente no lo hay. Así que opté por este Todo tiene su fin, uno de los grandes hits de las listas españolas en 1970-71, que con toda seguridad habréis escuchado decenas de veces en múltiples versiones distintas.
¿Y qué es lo que ha motivado este tema y casi el más arriba citado? Pues nada menos que -tras más de tres años y medio- haber puesto y punto y final en el trabajo a un estudio al que ya nos planteábamos bautizar como La Sagrada Familia. Lo que en puridad hubiera tenido que durar apenas cinco o seis meses, un año a todo tirar, se acabó convirtiendo por causas que no vienen a cuento en uno de aquellos trabajos que se ganan, por derecho propio, un espacio con título de propiedad en la mesa del despacho. Cuando hoy iba a enviar la primera copia final, no me he podido resistir y... ¡me he hecho una foto con ella en la mano! Absolutamente cierto.
Pero, como dice la canción, todo tiene su fin, hasta las cosas que no tienen fin. El otro día, cuando ya sabía a ciencia cierta que el tema se acababa -esta vez sí- pensé en el tiempo que le había dedicado. Teniendo en cuenta que dicho proyecto ha tenido momentos más intensos y momentos de casi calma chicha, la cosa ha acabado traduciéndose en que... uno de cada diez días de mi vida (de hecho, un poco más) he estado con esto abierto. Casi ná. La suerte es que lo empecé con la treintena prácticamente recién iniciada, porque esto te coge con cincuenta castañas, y te llaman el nuevo Gaudí. Fijo.
Bien pensado, sí que podría haber utilizado las famosas sevillanas citadas al principio como tema para ilustrar esta historia. Porque, tras estos años de trabajo, la verdad es que he acabado haciendo un par de muy buenos amigos, de esos que se forjan a golpe de reuniones, teléfono y padecimientos compartidos. Ramon, Miquel, como diría Forges: ¡Al fin, lo hisimos!
Y sin más rollo por mi parte, os dejo ya con el tema. Por cierto, que tiene una pequeña historia familiar: la canción todavía se encontraba en su apogeo cuando mi padre se marchó a la mili allá por el 71, dejando atrás a su novia, hoy mi madre, y todavía siempre lo asocian a su despedida. Así pues, ¿no habéis visto cuantas cosas bonitas me ha inspirado esta canción?
Letra de la Píldora.
Hasta la próxima.
¿Y qué es lo que ha motivado este tema y casi el más arriba citado? Pues nada menos que -tras más de tres años y medio- haber puesto y punto y final en el trabajo a un estudio al que ya nos planteábamos bautizar como La Sagrada Familia. Lo que en puridad hubiera tenido que durar apenas cinco o seis meses, un año a todo tirar, se acabó convirtiendo por causas que no vienen a cuento en uno de aquellos trabajos que se ganan, por derecho propio, un espacio con título de propiedad en la mesa del despacho. Cuando hoy iba a enviar la primera copia final, no me he podido resistir y... ¡me he hecho una foto con ella en la mano! Absolutamente cierto.
Pero, como dice la canción, todo tiene su fin, hasta las cosas que no tienen fin. El otro día, cuando ya sabía a ciencia cierta que el tema se acababa -esta vez sí- pensé en el tiempo que le había dedicado. Teniendo en cuenta que dicho proyecto ha tenido momentos más intensos y momentos de casi calma chicha, la cosa ha acabado traduciéndose en que... uno de cada diez días de mi vida (de hecho, un poco más) he estado con esto abierto. Casi ná. La suerte es que lo empecé con la treintena prácticamente recién iniciada, porque esto te coge con cincuenta castañas, y te llaman el nuevo Gaudí. Fijo.
Bien pensado, sí que podría haber utilizado las famosas sevillanas citadas al principio como tema para ilustrar esta historia. Porque, tras estos años de trabajo, la verdad es que he acabado haciendo un par de muy buenos amigos, de esos que se forjan a golpe de reuniones, teléfono y padecimientos compartidos. Ramon, Miquel, como diría Forges: ¡Al fin, lo hisimos!
Y sin más rollo por mi parte, os dejo ya con el tema. Por cierto, que tiene una pequeña historia familiar: la canción todavía se encontraba en su apogeo cuando mi padre se marchó a la mili allá por el 71, dejando atrás a su novia, hoy mi madre, y todavía siempre lo asocian a su despedida. Así pues, ¿no habéis visto cuantas cosas bonitas me ha inspirado esta canción?
Letra de la Píldora.
Hasta la próxima.
Muy chula!! ¿Qué otras versiones podemos haber escuchado? A mí me suena algo flamenquillo... ¿puede ser?
ResponderEliminarSí, desde luego... tal vez la versión más conocida que hay moderna la hizo hace unos años el grupo de rock andaluz Medina Azahara, aunque la recuerdo más potente que flamenca. También creo que ha hecho otra el cantante ese del sombrero, El Barrio. Esta última no la tengo tan en mente, pero a juzgar por lo de flamenquilo, es muy posible que sea la que dices.
ResponderEliminarYo, aunque sólo sea por ir contracorriente -y más después de lo que digo en el post- me quedo con la versión original, que además de muy chula suena muy muy bien.
Perdoname Mercé, pero esta melodía, mas que un poquito aflamencada, parece mas bien un adagio.
ResponderEliminarPero he de reconocer que supuso un antes y un después en mi vida, tanto laboral como sentimental
TODO TIENE SU FIN
Sí, la que me sonaba era la versión de Medina Azahara y, aunque rockera, para mí tiene ese toque andaluz que creía recordar. De El Barrio no he escuchado nada nunca. Un saludo para tu padre y para ti.
ResponderEliminarJo, qué bonito... con un público así, cualquiera no fomenta la fabricación de Píldoras!
ResponderEliminarYa decía yo en algún otro sitio (creo que el Facebook) que para cualquier persona de más de 45 años, lo de Medina Azahara no estaba tan claro, puesto que la versión original de Módulos fue un hit en toda regla. Además, consiguió introducir en España al gran público el rock sinfónico, que comenzaba a hacer furor en el resto de Europa. Pero es como todo, las grandes canciones sobreviven generación tras generación, aunque sean cambiando ligeramente de forma...
Ciao!