Blue Monday es, sin duda, uno de los temas más pinchados en las discos de todo tipo y lugar a lo largo de las últimas tres décadas. Todo un himno tecno, la enorme supervivencia de esta canción en las sesiones de millares de discjockeys se debe a dos motivos básicos. En primer lugar, su gran calidad como tema, apoyado en una estructura simple pero perfectamente ensamblada. Como toda pieza dance debe ser.
El segundo motivo es el número de veces que ha sido mezclado, remezclado y ultramezclado, adaptándose a los gustos de cada momento. Sin contar samples ni versiones ajenas, sólo las firmadas por los New Order ya fueron tres. La primera, en 1983. Una segunda, cinco años después, remezclada por nada menos que Quincy Jones. La tercera (hasta el día de hoy) fue en 1995.
Tres versiones... y cuatro entradas entre los puestos más altos de las listas de su Gran Bretaña natal. El motivo es que el primer lanzamiento, el de 1983, subió en los charts dos veces, a principios y finales de año. Cosas de las promociones, imagino. Sin embargo, fue la remezcla de 1988 la que consiguió la mejor posición, todo un número 3.
La calidad de los New Order estaba bien justificada. De hecho, la génesis de este grupo no era otra que los tres supervivientes de los Joy Division, grupo surgido en plena movida punk y new wave, y hoy considerado mera y llanamente de culto. El suicidio en 1980 de su líder, Ian Curtis, alma máter de aquella formación, hubiera parecido su final anunciado.
Sin embargo, sus tres supervivientes, junto al teclista Gillian Gilbert, decidieron tirar millas bajo un nuevo nombre. Esta vez, a diferencia de lo que sucedió en su día con The Doors, y de lo que sucedería años después con Queen, el experimento funcionó, y muy bien. Si Joy Division acabó en mito, New Order no le fue a la zaga, y encima vendió. Y mucho.
Por cierto, para acabar, fijaos en la portada del single. Como han cambiado los tiempos ¿no? Pues fijáos en el videojuego que sale en el clip...
El segundo motivo es el número de veces que ha sido mezclado, remezclado y ultramezclado, adaptándose a los gustos de cada momento. Sin contar samples ni versiones ajenas, sólo las firmadas por los New Order ya fueron tres. La primera, en 1983. Una segunda, cinco años después, remezclada por nada menos que Quincy Jones. La tercera (hasta el día de hoy) fue en 1995.
Tres versiones... y cuatro entradas entre los puestos más altos de las listas de su Gran Bretaña natal. El motivo es que el primer lanzamiento, el de 1983, subió en los charts dos veces, a principios y finales de año. Cosas de las promociones, imagino. Sin embargo, fue la remezcla de 1988 la que consiguió la mejor posición, todo un número 3.
La calidad de los New Order estaba bien justificada. De hecho, la génesis de este grupo no era otra que los tres supervivientes de los Joy Division, grupo surgido en plena movida punk y new wave, y hoy considerado mera y llanamente de culto. El suicidio en 1980 de su líder, Ian Curtis, alma máter de aquella formación, hubiera parecido su final anunciado.
Sin embargo, sus tres supervivientes, junto al teclista Gillian Gilbert, decidieron tirar millas bajo un nuevo nombre. Esta vez, a diferencia de lo que sucedió en su día con The Doors, y de lo que sucedería años después con Queen, el experimento funcionó, y muy bien. Si Joy Division acabó en mito, New Order no le fue a la zaga, y encima vendió. Y mucho.
Por cierto, para acabar, fijaos en la portada del single. Como han cambiado los tiempos ¿no? Pues fijáos en el videojuego que sale en el clip...
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